"La Fundación". Los personajes: caracterización e interrelaciones


 La obra tiene un número limitado de personajes que podemos dividir en dos grupos: los personajes con nombre propio (los cinco presos y Berta), y los personajes genéricos. En general, en el teatro de Buero suelen aparecer dos tipos de personajes, los activos (que actúan, son prácticos) y los contemplativos (que observan, reflexionan y frecuentemente dudan), aunque alguno muestre un claro equilibrio entre estos aspectos (Asel) o sufra una evolución entre ellos (Tomás).

TOMÁS: 

Es el protagonista de la obra y siempre está en escena. Lleva el número C-72, y se describe como un joven alegre de unos 25 años. Al principio es un personaje contemplativo que quiere ser escritor y representa al intelectual idealista, no comprometido con la realidad, a la cual vive ajeno, ya que sufre una locura alucinatoria creada por su mente como refugio de su verdadera situación, que le resulta insoportable: es un condenado a muerte  por cuestiones ideológicas, que ha delatado a sus compañeros tras sufrir tortura e incluso ha intentado suicidarse, pero él cree que está en una idílica Fundación que protege y subvenciona su actividad intelectual y la de sus compañeros. El espectador percibe la realidad escénica a través de su mente trastornada, y comparte su alucinación inicial para ir gradualmente accediendo a su verdadera realidad: desde esa  Fundación idílica, donde él estaría como prometedor escritor, pasamos de forma gradual y dolorosa a la cárcel. Su mente está librando una batalla en la que se ve auxiliado por sus compañeros, y la realidad carcelaria va penetrando poco a poco en esa Fundación imaginaria. 

Así pues, es muy importante su evolución (que comparte con otros personajes literarios como Segismundo de La vida es sueño o el Quijote, que sufría un proceso de “sanchificación”): desde la locura, la ensoñación, la alucinación, evolucionará a la cordura, la lucidez, la toma de conciencia de su durísima realidad, mientras el lector-espectador comparte esa evolución, y va percibiendo todos esos elementos que progresivamente no encajan con la supuesta Fundación en la que él cree estar. Tomás se equivoca en sus percepciones (por ejemplo, cuando comenta el libro de pintura, o cuando cree que sus compañeros les cambian cosas de sitio, o confunde sus profesiones) hasta que recupera la cordura y asume la realidad tal cual es. Y es entonces, al final de la obra, cuando asume el papel y las ideas de Asel (que ha sido así su maestro y su guía), pasando de ser un personaje contemplativo a ser un personaje activo, dispuesto a luchar por alcanzar la libertad a través del plan de fuga, y que llega a fingir su locura y utilizarla como arma para salvar la situación tras la muerte de Max. De la locura que niega la realidad pasa a creer en el sueño de un futuro ideal en que las atrocidades no existan y por el que merece la pena luchar: un futuro mejor que  solo puede alcanzarse conociendo y asumiendo cuál es la verdadera realidad.

BERTA :

Lleva el número A-72, detalle que ya revela que en realidad es un desdoblamiento del propio Tomás, su subconsciente (comparte el mismo número con distinta letra). Por tanto, en realidad no existe, es un producto de la imaginación de Tomás y forma parte de su locura alucinatoria (como la Dulcinea de Don Quijote). El personaje conversa con ella, cuando en realidad está hablando consigo mismo, con la parte de sí mismo que en el fondo sabe cuál es la verdadera realidad que él no es capaz de aceptar (Berta dice aborrecer la Fundación). Único personaje femenino, de mirada dulce y profunda, trae en sus manos a un ratoncito, Tomasín, símbolo de ese Tomás atrapado en su locura alienante  al que ella quiere salvar. Berta va cambiando según el personaje va a acercándose a la realidad, y así, a través de ella, van filtrándose fragmentos de esa realidad.

ASEL: 

Es una especie de líder para el grupo: es el más maduro, con experiencia, reflexivo, íntegro y ejemplar, y con su serenidad logra salvar casi todas las situaciones difíciles que se presentan . Tiene unos 50 años, el pelo gris y lleva una vieja pipa en la mano. Al principio aparece como médico, pero en realidad es un ingeniero. Es un personaje contemplativo, que reflexiona, es lúcido y consciente de la terrible realidad en que vive (hay quien lo considera portavoz de las ideas del propio Buero):

“Vivimos en un mundo civilizado al que le sigue pareciendo el más embriagador deporte la viejísima práctica de las matanzas. Te degüellan por combatir la injusticia establecida, por pertenecer a una raza detestada, acaban contigo por hambre si eres prisionero de guerra, o te fusilan por supuestos intentos de sublevación, te condenan a tribunales secretos por el delito de resistir en tu propia nación invadida…”. 

  Aún así es capaz de soñar con un mundo mejor, lo que le lleva a la acción que defiende por encima de todo como forma de alcanzar la libertad  (“Duda cuanto quieras, pero no dejes de actuar”)- Es, por tanto y al mismo, tiempo un personaje activo; de hecho, él es el motor de gran parte de la acción de la obra: ha ideado el plan terapéutico para que Tomás recupere la cordura (quiere que Tomás vuelva a la realidad pero lo protege haciendo que ese reencuentro con la realidad no sea demasiado abrupto y traumático, sino gradual, por eso hace que todos “le sigan el juego”) y el plan de fuga desde las celdas de castigo.

  A pesar de su desaliento cuando cae Tulio, es inquebrantable su esperanza en un mundo mejor que solo puede ser alcanzado mediante la acción, mediante el trabajar y “mancharse”, y antes de morir insistirá en que “el paisaje era verdadero”. Cree en la necesidad de luchar por cambiar el mundo: solo conociendo y aceptando las limitaciones de la realidad y creyendo en el ideal que merece la pena intentar alcanzar, es posible avanzar. Representa por tanto el equilibrio entre acción y contemplación, entre realismo e idealismo.

Comprensivo y tolerante, no juzga a los demás, porque por su propia experiencia vital (era un importante dirigente de su organización que fue torturado y delató también a sus compañeros) sabe que todos podemos llevar dentro un delator y un verdugo, y que asumir esto es la única forma de empezar a vencerlo. De hecho, él se quitará la vida al saber que va a ser torturado,  para no frustrar la posibilidad de fuga de sus compañeros. Es decir, se sacrifica, en un acto heroico, por esa posibilidad de un futuro mejor para ellos. Y como hemos dicho, ejerce un papel de guía y maestro para Tomás, que al final de la obra sume sus ideas y su actitud.

LINO 

Es uno de los personajes más jóvenes. Es impetuoso e imprudente. Aparece como ingeniero, pero en realidad es un tornero. Se contrapone a la figura de Asel por esa imprudencia y actitud violenta: cuando se descubre que Max es un chivato, él lo somete a un interrogatorio y lo mata de una forma precipitada, violenta e injustificada (que Tomás le reprocha) igualándose así a la forma de actuar de los carceleros, es decir, del poder opresor. De personaje pasivo, ajeno y distanciado, pasa precipitadamente a la acción pero sin reflexión y, por tanto, sin unos principios morales verdaderos, y por eso termina igualándose a los opresores. Es el personaje que cierra la obra junto a Tomás y para el que se abre la esperanza de no ser ejecutados sino trasladados a las celdas de castigo, desde las que podrían escapar, (él pronuncia el “vamos” final, aunque no sabemos en realidad a dónde irán, si a la muerte o a la libertad)

TULIO

De unos 40 años de edad, personaje colérico, con poca paciencia, tendente al enfado, intransigente con la locura de Tomás y tremendamente realista y lúcido: él sí percibe perfectamente la realidad (como se ve en la conversación sobre pintura, donde es capaz de percibir la confusión de Tomás incluso no teniendo los cuadros delante) y la diferencia nítidamente de la ficción y la apariencia (como deja claro con su experiencia en el trabajo con hologramas, figuras ficticias en tres dimensiones creadas con rayos láser, pero que no son realidad, aunque él evidencia lo fácil que puede llegar a ser confundirlas). De hecho, tiene un papel importantísimo en la recuperación de Tomás, porque no acepta esa locura, se burla de ella y se muestra reticente al plan de Asel, aunque en algún momento intenta seguirlo sin éxito (como cuando finge recoger unos vasos de cristal inexistentes), contribuyendo a que Tomás se vaya dando cuenta de la verdadera realidad,  y a la destrucción de la ficción de la Fundación. El momento de su ejecución es clave para que Tomás comprenda cuál es su verdadera situación. Justo antes de ser llevado para morir, tiene un momento de contagio de la locura soñadora de Tomás, en una especie de “quijotización” (“Déjanos soñar un poco, Asel”), que se transformará en actitud desengañada y escéptica cuando vengan a buscarlo para ejecutarlo (“es un error soñar”).

MAX

 Tomás lo tiene por matemático, pero en realidad es contable (“tenedor de libros”). Contrapunto de Asel, representa la corrupción, la indignidad, el materialismo, el egoísmo y la traición: delata  a sus compañeros a cambio de compensaciones materiales por los carceleros. Lino lo asesina en un arrebato de furia. Es un personaje activo sin escrúpulos ni principios éticos.

Los cinco presos representan cinco actitudes posibles frente a una situación límite (tal vez ante la vida en general): Tomás, la evasión a través del idealismo que puede llegar a falsear la realidad; Asel, la dignidad, la tolerancia, la comprensión, la serenidad, el equilibrio entre reflexión y acción, entre realismo e idealismo, el compromiso heroico hasta el final; Tulio, el realista, pasa de  la intransigencia y cierta envidia del soñador, al realismo desesperanzado, el desengaño, el  escepticismo. Lino pasa de la observación pasiva y distanciada a la acción imprudente, violenta y desesperada, y Max representa la bajeza moral a cambio de compensaciones materiales

Entre los personajes genéricos, sin nombre, cabe destacar el HOMBRE que está en la cama (parte importante de la alucinación inicial de Tomás, que en su locura cree que es un compañero enfermo: el descubrimiento de que lleva muerto varios días, hecho ocultado por los presos para quedarse con su reacción de comida, será clave en su proceso de recuperación). Otros forman parte de los poderosos, los represores, y cambia su percepción según se produce la recuperación de la razón por el protagonista (ENCARGADO Y AYUDANTE, que son en realidad carceleros). También aparece un coro de voces que gritan “asesinos”, y se alude a los “compañeros” y “barrenderos” que colaborarán en el posible plan de fuga, y que representan  la solidaridad humana. 

 Os dejo el guión con las ideas fundamentales de este epígrafe que luego deberéis aplicar y relacionar con el fragmento concreto que se os ponga:

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