Para leer "La Fundación"


 En todas sus obras, Antonio Buero Vallejo analiza el comportamiento humano, tanto de forma colectiva como individual, desde un planteamiento ético, existencial, filosófico. En La Fundación, también. Y en este caso lo hace a través de la eterna confrontación entre realidad y ficción (presente, por ejemplo, en el Quijote o en La vida es sueño, de Calderón, referencias clarísimas de esta obra) para buscar y conocer la Verdad, y asumir sus consecuencias. 

La ficción en La Fundación es producto de la alucinación, de la locura: es creación de la mente del protagonista para huir de una situación insoportable y dolorosa, y Buero hace que el lector /espectador comparta esa locura del personaje, y el doloroso y paulatino proceso de recuperación de la razón y vuelta a la realidad, que se va revelando poco a poco a través de los cambios de escenario (así pues, estad muy atentos a ellos durante vuestra lectura). Los elementos escenográficos, por tanto, son importantísimos en esta obra (y en toda la dramaturgia de Buero). Y en ello influye su formación y su vocación artística, que empezó en el campo de la pintura: estudió Bellas Artes y su profesión fue pintor hasta que entró en la cárcel... Allí, según él mismo confesó, la perdió. Así que no es de extrañar que cuando decide dedicarse a la literatura, lo haga en el género más plástico y visual de todos, el teatro, y lo haga cuidando muchísimo estos aspectos plásticos, que son en sus obras mucho más que el marco donde se sitúa la acción: son elementos fundamentales para su desarrollo argumental y para su significado.

La terrible realidad a la que vuelve el protagonista, el joven Tomás, está basada en la realidad de la España de 1974, todavía bajo la dictadura franquista que recrudecía en sus momentos finales su aparato represor, del que llevaban cuarenta años formando parte la cárcel, la censura, la persecución ideológica, las torturas, las delaciones y las condenas a muerte . Y está también basada en la propia experiencia personal del autor: al finalizar la Guerra Civil, Buero estuvo ocho meses condenado a muerte, pena que se le conmutó por cadena perpetua. Pero Buero sitúa su obra en un momento y en un país indeterminados seguramente por un doble motivo:

  1. Para sortear la censura, haciendo que la obra en principio no hable de lo que estaba ocurriendo en España (aunque en realidad sí lo hacía). En los años 60 hubo en España una polémica sobre las actitudes posibles de los autores teatrales frente a la censura franquista, que se desarrolló en revistas de la época con la etiqueta del "posibilismo": hacer un teatro "posible", el teatro que la censura permitía, adaptándose a sus límites para poder estrenar obras (postura de defendió el propio Buero, en la teoría y en la práctica), o negarse a "pasar por el aro" y hacer el teatro que el dramaturgo realmente quería hacer y expresando lo que realmente quería expresar, aunque esas obras no llegaran a estrenarse porque la censura no lo permitiría (postura defendida sobre todo por Alfonso Sastre). De ahí que Buero utilizara recursos como los temas históricos o el simbolismo para hablar de España y su situación sorteando las limitaciones de la censura, que lo que no permitía eran referencias explícitas, claras y directas.
  2. Para dar una validez general, universal, a lo que plantea la obra. Porque efectivamente, aunque esté basada en situaciones reales muy concretas, la obra plantea cuestiones universales, no solo sociopolíticas (habla no solo de España, sino de todos aquellos lugares y momentos en los que exista persecución ideológica, censura, cárceles, tortura, condenas a muerte... que por desgracia son realidades que siguen existiendo por todo el mundo) sino también existenciales, filosóficas, morales... ¿Hasta qué punto vivimos en una "Fundación" y no podemos -o no queremos- conocer y asumir la verdad?
De hecho, la obra se plantea  como una "fábula" (una historia de la que se extrae una enseñanza moral que se pretende que el lector asuma) y es, como todo el teatro de Buero, una tragedia, aunque él rara vez etiquetara así sus obras. El teatro de Buero es trágico, como el de Lorca, porque Buero, también como Lorca, tenía una concepción trágica de la vida, de la existencia. Y la tragedia clásica planteaba siempre un conflicto moral buscando producir una "catarsis" en el lector/espectador, una "depuración" o "liberación" de pasiones y sentimientos. Y la obra de Buero, como la tragedia clásica, pretende implicar al lector/espectador en lo que sucede en la obra y en lo que la obra plantea. Pretende comprometerle. Implicarle. "Que le toque", "que se moje", como se diría coloquialmente. ¿Y como lo hace? Pues en este caso, a través de varios procedimientos que analizaremos con calma:
  • A través de los "efectos de inmersión": el lector/espectador percibe la realidad tal y como lo hace el personaje, y lo acompaña en ese proceso lento y torturante de vuelta a la realidad desde la fantasía de la Fundación.
  • A través de la estructura de la obra: ese final abierto y circular que necesariamente implica al lector.
  • A través de los elementos de la obra que tienen un valor simbólico, y que el lector/espectador ha de interpretar... Por ejemplo, el ratoncito de Berta, el paisaje que se ve a través de la ventana ficticia y que Asel insiste hasta el último momento que "es verdadero", la propia cárcel, la propia Fundación, los cinco presos (que representan cinco actitudes diferentes)... Ojo, mucho ojo, a todo eso.

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