Con todos ustedes... ¡el verbo!
Sin duda, la gran estrella de las clases de palabras. Porque es la clave de la lengua como sistema de comunicación: él es la parte imdispensable de la gran mayoría de los mensajes completos que emitimos con nuestra lengua, que tienen forma de oración, y nombra una acción situándola en el tiempo de forma muy precisa, implicando un sujeto y hasta un enfoque por parte del hablante. ¿Quién da más en una sola palabra?
Pero claro, todo esto hace que, al mismo tiempo, sea la clase de palabra más compleja, entre otras cosas, morfológicamente, que es lo que nos tiene entretenidos estos días. Sobre todo, en morfología flexiva (ya sabéis, la que se ocupa de las palabras variables, sus accdientes o categorías y las desinencias que los expresan). Así, mientras la flexión de otras plabras variables (sustantivos, adjetivos, determinantes e incluso pronombres) es bastante sencilla, la del verbo es muy compleja. Pensad que un sustantivo, por ejemplo, puede presentar un máximo de cuatro formas distintas (combinando las dos categorías o accidentes que exprea, género y número, por ejemplo, chico, chica, chicos, chicas), mientras que un verbo ofrece decenas de formas diferentes: estudio, estudiábamos, estudiaríais, haber estudiado, habrían estudiado... y etc. etc. etc.
Los detalles clave (muy resumidos y reducidos a lo esencial, eso sí) de la estructura morfológica del verbo los tenéis resumiditos en estos apuntes, que además podéis ampliar y contrastar con lo que nos cuenta nuestro libro de texto. Imprescindible, por supuesto, conocer los nombres y formas de todos los tiempos verbales... ¡Qué menos, para unos estudiantes de Bachillerato!
(Para verlo mejor y/o imprimirlo, pinchad aquí)
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