Viaje por la literatura española

Iniciamos ahora un viaje por la literatura española, desde sus orígenes (allá por los siglos XI o XII) hasta el siglo XIX. Un recorrido largo y apasionante, pero en el que tenemos que darnos prisa, porque no contamos con demasiado tiempo. Así que para situaros desde el primer momento, aquí os dejo un itinerario, en forma de panorama general, de lo que vamos a recorrer durante los próximos meses.

1.-EDAD MEDIA (siglos XI-XV).- Empezamos por esta etapa, oscura desde lejos, de monjes copiando manuscritos en monasterios, juglares divertidos, monjes serios como Berceo o vividores como el Arcipreste de Hita, nobles guerreros y heroicos como El Cid Campeador, y nobles poetas como Jorge Manrique, cuentos con moraleja, gente cantando canciones de amor y de fiesta, romances circulando de boca en boca, novelas de caballerías o sentimentales hechas en y para la corte,  o judíos conversos críticos y mordaces como Fernando de Rojas.





2.- RENACIMIENTO (siglo XVI)- En el primero de nuestros Siglos de Oro, se recupera la Antigüedad clásica, su literatura, sus ideales y su espíritu: el hombre, de nuevo, centro y medida de todas las cosas, el sueño de ser bueno en armas y en letras, los altos ideales de amor perfecto, belleza serena, felicidad, equilibrio, fama y heroísmo. Era la época en la que el sol no se ponía en nuestro imperio, por el que pululaban caballeros poetas como Garcilaso, monjes haciendo versos de amor como San Juan de la Cruz o eruditos como Fray Luis de León, la literatura pastoril y caballeresca, y el nacimiento de los "pícaros" con el primero y tal vez más importante: un pregonero de Toledo que de niño fue el Lazarillo de Tormes.


3.- BARROCO (siglo XVII)- El segundo de los Siglos de Oro es el siglo de la exageración, de lo recargado, de lo sorprendente, lo ingenioso, lo caricaturesco, lo complicado, lo deslumbrante, los contrastes. Es el siglo del teatro de masas levantando pasiones cada domingo en los Corrales de Comedias mientras el Imperio se derrumbaba carcomido por la crisis. Es el siglo de la miseria y el derroche, la picaresca y los mecenas, de D. Quijote y Sancho, la obsesión ridícula por la honra y el desengaño, del mundo como Teatro y la vida como Sueño, de las disputas literarias (y a veces personales) entre Quevedo y Góngora, porque este es su siglo, y el de Cervantes, el de Lope  y el de Calderón.

4.- ILUSTRACIÓN Y NEOCLASICISMO (siglo XVIII): tras los excesos del Barroco, vuelven las luces de la razón y el equilibrio de lo clásico: la preocupación por enseñar, por aprender, por el progreso, por la razón todopoderosa a la que deben someterse imaginación y sentimiento. Vuelve lo útil, lo proporcionado, lo claro, lo armonioso, las normas, las Academias,  el aprendizaje y la técnica. Se sueña poco, porque mejorar la realidad y buscar el bien común requiere tiempo, atención, empeño y esfuerzo.



5.- ROMANTICIMO (1ª mitad del XIX): otra vuelta de tuerca: de nuevo se echan a volar la imaginación y los sentimientos, que pueden llegar allá donde la razón no llegan y donde están los altos ideales con los que soñar y huir de una realidad oscura y triste que solo provoca angustia, o rebeldía, o ganas de huir. Y se huye a lo lejano, en el espacio, en el tiempo o en la fantasía, y se ama con locura, y se lucha con fuerza por lo que se cree, hasta la muerte y más allá, hasta convertirse en leyenda. Porque el Romanticismo adora también el más allá,el misterio, lo inexplicable, y es individualista, y apasionado, e inconformista, y soñador, y joven Eternamente joven, como D. Juan Tenorio, o los  amantes de Teruel, o Bécquer, Espronceda o Larra, que dejaron este mundo de penas poco más allá de la treintena. 

6.- REALISMO (2ª mitad del XIX): de nuevo, bajada a la realidad desde las nubes de los sueños. Seamos prácticos y dejémonos de fantasíás y rebeldías inútiles: si el mundo está mal, analicémoslo, escudriñémoslo y busquemos la forma de cambiarlo. La literatura se convierte en denunica y casi ciencia, y lleva a sus páginas inmortales costumbres, lugares y personajes reconocibles de la realidad más cotidiana, más sencilla, menos alejada de lo heroico o lo excepcional, de la mano de Galdós, que recorría Madrid con sus ojos bien abiertos y su libreta de bolsillo bien a mano, o de Clarín, haciendo el retrato más amargo de un Oviedo transformado en Vetusta y una Ana Ozores convertida en Regenta, o de Emilia Pardo Bázán, desafiando a un mundo que no miraba bien a las mujeres que dejaban la cocina y se metían en las letras.

Este será nuestro recorrido. Largo e intenso. Preparad vuestras mochilas y... ¡buen viaje!

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