Unamuno: la niebla de la existencia y la agonía del pensamiento



La lucha consigo  mismo es quizás la características principal del pensamiento del bilbaíno de nacimiento y salmantino de adopción Miguel de Unamuno. Y, por tanto, es también la característica principal  de su obra.

Porque toda su obra, que es amplia y variada (escribió poesía, teatro, novelas y ensayos) tiene en común que es una expresión de su pensamiento, y su pensamiento se basa siempre en la duda y la contradicción, que es lo que empuja al hombre a reflexionar (dice un proverbio oriental: Gran duda, gran iluminación. Pequeña duda, pequeña iluminación. Ninguna duda, ninguna iluminación).


Y Miguel de Unamuno dudaba, y le daba vueltas a sus dudas, y de esas dudas y contradicciones surgen sus ideas y sus obras literarias: entre la fe y la racionalidad, entre la justicia y el orden, entre la Republica y la autoridad, entre la libertad y el determinismo, entre la tradición y el progreso, entre la naturaleza y la sociedad, entre la realidad y el sueño, entre el realismo y la imaginación.

Sus preocupaciones y sus reflexiones giran sobre todo en torno a dos ejes temáticos:
  • El tema de España: 
    • su decadencia, su crisis, su situación y las posibles soluciones políticas, sociales y culturales, 
    • también le interesó mucho su historia, su cultura, sus tradiciones (por ejemplo, escribió un ensayo titulado "En torno al casticismo" donde reflexiona sobre lo castizo, lo típica y esencialmente español), su paisaje o, como no, su literatura (su ensayo "Vida de Don Quijote y Sancho" es un ensayo en que recoge sus reflexiones sobre la genial obra de Cervantes).
  • Cuestiones filosóficas, existenciales y morales que él se planteaba con verdadera angustia: el sentido de nuestra existencia, la angustia existencial ante la muerte, la duda sobre la pervivencia del alma, la duda sobre la existencia de Dios y sus consecuencias para nuestro modo de afrontar la vida...
Estos temas son los que están presentes de forma constante en toda su obra. En prosa cultivó, fundamentalmente, novelas y ensayos:


  • En sus novelas 
    • lo más importante no es el argumento, sino transmitir sus reflexiones sobre los temas que le preocupaban, bien a través del simbolismo de situaciones y personajes (por ejemplo, Augusto, el personaje que se rebela contra su autor en Niebla, es un símbolo del hombre que se plantea su propia existencia y se "rebela" contra la idea de Dios), o bien a través de las palabras que dicen los personajes, que se convierten a veces en "portavoces" de las ideas o las dudas del su autor. 
    • por eso, la acción es muchas veces mínima, las descripciones son impresionistas y subjetivas, y predominan sobre todo diálogos y monólogos. Muchos las criticaron diciendo que no eran verdaderas novelas, y D. Miguel reaccionó diciendo que lo suyo no eran novelas, sino "nivolas", término que él acuñó para designar obrs narrativas como las suyas (o sea, en las que la acciòn es poco importante y predominan las ideas, el subjetivismo, la imprecisión, los diálogos y los monólogos). 
    • Destacan Niebla, La tía Tula, Amor y Pedagogía, San Manuel Bueno Mártir o Abel Sánchez.
  • En sus ensayos 
    •  trata directamente sus preocupaciones
      •  existenciales y religiosas (Del sentimiento trágico de la vida, La agonía del cristinanismo
      • sobre España, su tradición y su esencia (En torno al casticismo, Vida de D. Quijote y Sancho)
La vanidad del mundo y el cómo pasa, y el amor; son las dos notas radicales y entrañadas de la verdadera poesía. Y son dos notas que no pueden sonar la una sin que la otra a la vez resuene. El sentimiento de la vanidad del mundo pasajero nos mete el amor, único en que se vence lo vano y transitorio, único que rellena y eterniza la vida. Al parecer al menos, que en realidad… Y el amor, sobre todo cuando lucha contra el Destino, súmenos en el sentimiento de la vanidad de este mundo de apariencias, y nos abre el vislumbre de otro en que, vencido el Destino, sea ley la libertad. ¡Todo pasa! Tal es el estribillo de los que han bebido de la fuente de la vida, boca al chorro, de los que han gustado del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. ¡Ser, ser siempre, ser sin término! ¡Sed de ser; sed de ser más! ¡Hambre de Dios! ¡Sed de amor eternizante y eterno! ¡Ser siempre! ¡Ser Dios!

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