El teatro barroco


Durante el siglo XVII el teatro, que hasta ahora era un fenómeno minoritario vinculado a las celebraciones eclesiásticas de Navidad o Semana Santa, o a las cortes, se convierte en todo un fenómeno social que congregaba semanalmente y en torno a una misma obra a todos los grupos sociales, sirviendo de evasión de una realidad marcada por la miseria y la crisis, así como de propaganda de los valores imperantes (la monarquía, la honra, la religión...)


Es en la segunda mitad del XVI cuando comienza a haber representaciones teatrales por compañías dedicadas profesinalmente, y, al no haber teatros (o sea, edificios construidos para ello) lo que hacían era alquilar los patios traseros de las casas (llamados corrales), en los que montaban un escenario: parte del público asistía a la representación de pie, parte sentados, y parte cómodamente instalados en los corredores, balcones o galerías de la parte alta (generalmente los nobles, que podían pagar más). Cuando ya se construyeron teatros propiamente dichos, se hicieron imitando la disposición de esos corrales y, como ellos, al aire libre, lo que limitaba mucho las posibilidades de la escenografía (apenas  hay decorados, que se suplen con el llamado "decorado verbal", basado en la imaginación del espectador a partir de lo que los personajes dicen acerca de la escena), sin techo. En Madrid fueron especialmente famosos los corrales del Príncipe y de la Cruz, cada uno con sus "partidarios" (o "hinchas"): chorizos y polacos respectivamente. (Si queréis saber algo más sobre todo esto pinchad aquí )

Los corrales de comedias, por tanto, son los lugares donde se representan las obras teatrales de la segunda mitad del XVI y el XVII, a las que acudían desde nobles cultos y refinados (era frecuente la asistencia del mismísimo rey) hasta las clases más bajas y analfabetas. No era fácil dar con una obra adecuada para un público tan variopinto y unas circunstancias de representación tan marcadas, máxime teniendo en cuenta que este teatro empieza en el XVI, el siglo del Renacimiento, en el que  la literatura era imitación de los autores clásicos cuyas normas debían ser espetadas. Y en teatro (género muy desarrollado en la literatura clásica grecorromana) estas normas eran muy rígidas y estaban además fijadas por el mismísimo Aristóteles (s. IV a.C). 

Básicamente, estas normas clásicas aristotélicas eran:

  • La separación tajante y rigurosa entre subgéneros:
    • Comedia: obra cómica que pretende hacer reír, con un asunto cotidiano, ligero, de enredo, protagonizada por personajes  bajos (campesinos, criados, soldados, prostitutas...), final feliz y lenguaje coloquial (con frases hechas, juegos de palabras, chistes e incluso tacos)
    • Tragedia: obra seria, que pretende conmover al espectador, por lo que trata un tema elevado (el honor, la lucha contra el destino, el deber, el amor imposible...), con final necesariamente desgraciado, personajes nobles y elevados (nobles, reyes, héroes, dioses...) y un estilo culto y cuidado.
  • La regla de las tres unidades:
    • lugar: los sucesos representados sobre el escenario debían ocurrir en el mismo lugar.
    • tiempo: lo representado no debía durar más de 24 horas.
    • acción: un solo argumento o asunto
  • División en cinco actos.

Así pues, en un primer momento, los autores teatrales (por ejemplo, Cervantes) intentaron respetar, con alguna excepción, estas normas, y sus obras conocieron un éxito moderado, Pero será Lope de Vega el que, saltándoselas sistemáticamente, consiga dar con el tipo de obra que conseguía triunfar en los corrales y entusiasmar al público. Y así, aunque recibió las críticas de los escritores y eruditos, pronto consiguió el favor del público, cuyo gustos e intereses decía él que era lo que quería seguir. Sus obras pronto fueron imitadas por otros autores, y él mismo escribió un discurso en verso en el que se justificaba ante las críticas al mismo tiempo que daba las claves de su teatro: es el Arte Nuevo de Hacer Comedias. Así nació la comedia nueva (para diferenciarla de la clásica, la aristotélica), también llamada comedia barroca o tragicomedia, cuyas características serán:

  • Mezcla de tragedia y comedia (o sea, de elementos propios de la tragedia con otros típicos de la comedia), que se da a todos los niveles y permitía así conectar tanto con el público noble y culto como el público popular: en las obras aparecen asuntos elevados con momentos distendidos  y cotidianos, enredo y final feliz; personajes nobles (el rey, la pareja protagonista, los comendadores) y personajes bajos (los villanos o campesinos, el criado y la criada...), el estilo culto en boca de los personajes nobles, y el coloquial en la de los personajes bajos, etc.
  • No respeta la regla de las tres unidades: hay continuos cambios de escenario (facilitados por la escasez de decorado), el argumento puede durar días, semanas o meses y suele haber como miínimo, dos acciones paralelas: la protagonizada por los personajes nobles (más seria, trágica, elevada) y la protaonizada por pilluelos, criados y personajes bajos (mas comica y distendida).
  • Se reducen los cinco actos a tres, que corresponden con el planteamiento, el nudo y el desenlace.
  • Hay una serie de personajes fijos, que aparecen de forma parecida en muchas obras distintas: la pareja noble protagonista (dama y galán) que suelen vivir una historia de amor;el gracioso o figura del donaire, que suele ser el criado del galán y hace chistes o comentarios ingeniosos, incluso en momentos trágicos;la criada;  el "barbas" (padre de la chica noble, o bien el villano, campesino que aparece en muchas obras dignificado y con tanto derecho a la honra como los nobles) y el rey, que suele aparecer en casi todas las obras al final para hacer justicia (y así se hacía propaganda de la monarquía en un momento de crisis y decadencia)
  • En cuanto a la lengua y al estilo:
    • Se trata de un teatro en verso en el que se utilizan diferentes estrofas (polimetría) según la situación: por ejemplo, redondillas para los diálogos, sonetos para las declaraciones de amor, romances cuando un personaje cuenta algo sucedido fuera de escena, décimas para los lamentos, octavas reales para los enfrentamientos y disputas...
    • Cada personaje emplea un lenguaje adecuado a sus características: más culto para los nobles, más coloquial para las clases bajas).
  • Los argumentos son variadísimos: se estrenaba cada semana, por lo que había una demande constante (y a veces frenética) de obras nuevas, así que los dramaturgos se inspiran en todo o casi todo: las crónicas de historia, leyendas, romances, la Biblia, anécdotas cotidianas, canciones, la mitilogía clásica... hasta refranes. Todos vale para buscar argumentos, que, eso sí, se actualizan siempre y aparecen como ocurridos en la España del XVII, para así acercar la obra al público. Las obras suelen ser muy dinámicas y son frecuentes las situaciones de enredo para divertir al espectador y captar su atención.
  • Dentro de esta gran variedad de argumentos, hay algunos temas recurrentes, sobre todo:
    • el amor: idealizado, inevitable, capaz de superar cualquier obstáculo, pero dentro del grupo social (los nobles con los nobles, los criados con los criados). Es muy frecuente que haya dos historias paralelas, una más seria, protagonizada por los personajes elevados, y otra de tono más cómico, protagonizada por criados o personajes bajos.
    • la honra: la estimación social, el prestigio, que depende del linaje pero también de hechos propios o ajenos (una ofensa sin venganza, una infidelidad, podían hacer perder la honra: la venganza era entonces imprescindible para recuperarla). Son muy frecuentes las comedias en que aparecen los villanos (campesinos ricos) cuya honra se ve atacada por los nobles con alguna ofensa, y cómo ellos se vengan para recuperarla, quedando este hecho refrendado por el rey. Se dignifica así la figura del villano y su derecho al honor, al mismo nivel que los nobles.

Lope de Vega afirma que escribió más de 1500 comedias, de las que conservamos algo más de cuatrocientas, en las que encontramos todas estas características. Entre tantas y tan variadas, es posible destacar algunos títulos emblemáticos como Fuenteovejuna, El caballero de Olmedo, Peribañez y el comedador de Ocaña, La dama boba, El perro del Hortelano...

El otro gran autor del teatro Barroco fue Pedro Calderón de la Barca, que aunque también escribió obras para los corrales (como "El alcalde de Zalamea"), fue sobre todo autor de un teatro más dirigido a la corte, con un público más culto y mayor riqueza escenográfica (decorados, vestuario...). Por eso escribió obras más complejas, la más famosa, el drama filosófico -existencial "La vida es sueño" (de título emblemático para el Barroco).

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