El teatro de Valle-Inclán y la técnica del esperpento



De personalidad y apariencia extravagantes y muy peculiares, Ramón María del Valle-Inclán hizo de sí mismo un personaje genial y contradictorio, que se zambulló de lleno en la vida artística, literaria y teatral de la época. Siempre crítico, inconformista y rebelde con el mundo que le rodeaba, tanto su ideología como su estética sufrieron una intensa evolución a lo largo de su vida y de su obra. En un primer momento, su rechazo del mundo burgués y capitalista le lleva a posturas tradicionalistas  y reaccionarias, que ensalzan los viejos valores de la sociedad rural (llegó a declararse “carlista por estética”, y comparaba esta ideología conservadora con “el encanto solemne de las viejas catedrales), para pasar, sobre todo a partir de 1915, a oponerse a esa sociedad burguesa pero desde posiciones revolucionarias, llegando a declararse anarquista y próximo al socialismo.

Escribió teatro, pero también narrativa y poesía, y el conjunto de su obra conoce una evolución similar y hasta cierto punto paralela a su evolución ideológica. De unos inicios modernistas, con una literatura esteticista, sensorial, rítmica, lujosa, decadente y nostálgica (acorde a su ideología carlista) pasará a una literatura crítica a través de lo grotesco y la deformación de la realidad (reflejo de su radical progresismo final). Sin embargo, parte de la crítica ve en estos dos polos dos caras de la misma moneda: el rechazo crítico a la realidad en que vivía, de la que huye primero a través del esteticismo modernista (una estilización hacia lo bello), y a la que deforma después a través del esperpento y lo grotesco (una estilización hacia lo feo). 

Su preocupación directa por el “tema de España” y su visión crítica, sobre todo a partir de 1920, hace que se le vincule en cierta medida con la Generación del 98. Pero su postura fue muy diferente al resto de los literatos de esa generación, y su literatura mucho más audaz e innovadora (llegará a vinculársele, de hecho, a movimientos de Vanguardia como el expresionismo alemán), e incluso adelantada a su tiempo.

Con todo, no es posible distinguir dos etapas claramente diferenciadas, una modernista y otra esperpéntica, porque entre ellas hay una evolución y no un corte brusco. Así, en su obra teatral podríamos distinguir cuatro grandes grupos de obra que a veces se solapan en el tiempo, por lo que críticos como Ruiz Ramón prefieren hablar de “ciclos” de obras,  más que de etapas:

1.- Ciclo modernista: Valle comenzará escribiendo sobre todo prosa modernista, y sus primeras obras teatrales son afines a la estética y ambientación de sus Sonatas, protagonizadas por el Marqués de Bradomín: El marqués de Bradomín (1906), El yermo de las almas (1908).

2- Ciclo mítico: A partir de 1907 surge el ciclo de las Comedias bárbaras: Águila de blasón (1907) y Romance de lobos (1906) a las que posteriormente, en 1922 se añadirá Cara de plata. Son obras ambientadas en una Galicia rural, profunda, primitiva y mitificada, en la que se mezcla lo popular y lo patriarcal, lo realista y lo legendario, pero con toda su miseria. Están protagonizadas por personajes extraños, violentos o tarados, movidos por pasiones intensas y primitivas, alrededor de la figura de don Juan de Montenegro, un hidalgo tiránico y brutal, protagonista de un mundo heroico que se está derrumbando. Sus dificultades de representación hicieron que se llegara a hablar de un “teatro irrepresentable” o incluso de novelas dialogadas”, pero su teatralidad y su fuerza dramática es hoy indiscutida. Ya en 1920 (año clave en su evolución) publicará  Divinas palabras. un drama violento ambientado en esa misma Galicia profunda y brutal, por la que pululan todo tipo de deformidades morales y sociales con un lenguaje cada vez más desgarrado y crudo (y así esta obra se considera ya un “anuncio” de lo que será el esperpento).

3.- Ciclo de la farsa: Entre 1909 y 1920 escribe  farsas y dramas infantiles como La cabeza del dragón, Cuento de abril, Voces de gesta, La marquesa Rosalinda o El embrujado. Algunas se recogieron en un volumen titulado Tablado de marionetas para educación de príncipes, y presentan un continuo contraste entre lo sentimental y lo grotesco. A este ciclo pertenecen  también dos farsas de 1920, año (año clave, insistimos): Farsa italiana de la enamorada del rey, fábula sentimental caricaturesca, protagonizada por personajes que son en general marionetas grotescas, y Farsa y licencia de la reina castiza, visión también crítica y deformante del reinado de Isabel II, que anuncian también la progresiva “esperpentización” de su obra.

4.- Ciclo del esperpento: 1920 será una fecha clave en su trayectoria, aparte de por títulos arriba señalados que ya anunciaban la “esperpentización“, porque aparece por entregas la obra que supone el giro definitivo de su estética: Luces de Bohemia, primera de piezas que el propio Valle etiqueta como “esperpento” y en la que se recoge una declaración de intenciones, casi un “manifiesto” de esta nueva estética, que se pone en boca de su protagonista, Max Estrella. La palabra “esperpento” significa “persona o cosa extravagante, desatinada o absurda”, y Valle la emplea para designar a muchas de sus obras finales, tanto narrativas como teatrales, en las que se mezcla lo trágico y lo burlesco, con una estética que sea “una superación del dolor y de la risa”.

    En los años siguientes escribirá tres obras teatrales etiquetadas también como “esperpentos” por el autor: Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927), protagonizados por personajes marginales, fantoches grotescos, presentados con esa estética deformante y caricaturesca y un lenguaje desgarrado y crudo hasta lo soez, acorde con una visión radicalmente crítica, disconforme y profundamente desengañada de la realidad, que se ve así degradada y violentamente atacada. 

    De esta misma época son una serie de piezas teatrales breves que recopiló con el título de Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte: La rosa de papel, La cabeza del Bautista, Ligazón, Sacrilegio, afines a esta misma estética esperpéntica para dar esa visión en el fondo desoldada de la realidad, y que aparecerá también en su producción narrativa de estos años.

LA TÉCNICA DEL ESPERPENTO

En una entrevista de 1928, Valle explicó que “hay tres modos de ver el mundo artística o estéticamente: de rodillas, en pie o levantado en el aire”. Cuando el artista se sitúa “de rodillas”, desde abajo, la realidad aparece enaltecida y los personajes se presentan como héroes superiores (por ejemplo, en la épica o en las tragedias clásicas). A la mirada "en pie", o sea, al mismo nivel, los personajes aparecen a nuestro mismo nivel, casi “como hermanos” (por ejemplo, en Shakespeare, Cervantes o las novelas realistas). Pero la mirada "levantado en el aire", es decir, “desde arriba” es la del titiritero, para el que los personajes son muñecos, peleles, fantoches. Y esta es la mirada que Valle declara adoptar cuando se decidió a escribir sus esperpentos.

En esta perspectiva y esta técnica son perceptibles varias influencias: la poesía satírico burlesca de Quevedo, la novela picaresca del XVII y el Barroco español, y ya en la pintura Goya (así lo declara el propio Valle: “el esperpento lo ha inventado Goya”). Pero también se le ha relacionado con el expresionismo europeo, especialmente alemán, movimiento de vanguardia que afectó a todas las artes (pintura, literatura , cine…) y supone una  deformación de la realidad para acentuar sus aspectos significativos, con una clara voluntad crítica.

El propio Valle-Inclán expuso su teoría del esperpento, que constituye un nuevo género literario, poniéndola en boca de Max Estrella, en la famosísima escena XII de Luces de Bohemia:

En ella, dice Max que la tragedia de España “no es tragedia”, porque la tragedia es algo noble y la realidad española es demasiado miserable y no está a esa altura. “España es una deformación grotesca de la civilización europea” y “el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada": como si los héroes trágicos se reflejaran en los Espejos del Callejón del Gato, céntrica calle madrileña en la que había unos espejos cóncavos que ofrecen una imagen grotesca  de los que en ellos se reflejan: “los héroes clásicos, reflejados en los espejos cóncavos, dan el esperpento” “las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo, son absurdas”, “mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas”. Y termina declarando explícitamente el propósito del esperpento: “Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España”. Es decir, la realidad aparece deformada como una forma de mostrar su verdadera esencia.

El esperpento nace, por tanto, para ofrecer una visión radicalmente crítica, casi desolada, de la España de su tiempo, que es la que se ofrece este primer esperpento, Luces de Bohemia, y las obras de la trilogía Martes de carnaval.

“Luces de bohemia” recoge la última noche de Max Estrella, poeta ciego de talento reconocido e indiscutible, pero que vive al borde de la miseria con su mujer y su hija, planteándose la posibilidad del suicidio como única solución (personaje inspirado en la figura real de Alejandro Sawa, escritor modernista casado con una francesa, padre de una hija y amigo de Rubén Darío, que murió miserable, ciego y loco en 1909). Esta última noche es un recorrido desolador por la noche madrileña, acompañado por Don Latino de Híspalis (su contrapunto, en una especie de parodia de Don Quijote y Sancho, que representa ya desde el nombre un compendio de los defectos más típicos del carácter español). Max pone su última esperanza en un billete de lotería capicúa, por el que empeña su capa y que resultará premiado demasiado tarde, porque Max morirá de frío al amanecer, sin su capa, a las puertas de su casa, y será Don Latino el que le robe y cobre ese billete premiado, mientras su mujer y su hija terminan, efectivamente, suicidándose. Pero antes pasarán por una serie de lugares a lo largo de quince escenas (la tienda de un librero, la redacción de un periódico, una churrería, una celda, un café modernista, un ministerio…) que ofrecen en conjunto una imagen grotesca y radicalmente desencantada de la España de la época y sus personajes representativos, algunos degradados como fantoches, algunos inspirados en personajes reales, algunos directamente reales (como Rubén Darío), algunos literarios, como el propio Marqués de Bradomín, personaje creado por el primer Valle modernista.

La obra es una parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en una España deforme, injusta, opresiva, absurda, tramposa, corrupta y chabacana que no tiene sitio para la honestidad, la nobleza o el talento, en una personal “bajada a los infiernos” en los que algunos han visto una parodia de la Odisea de Homero o la Divina Comedia de Dante.

Los principales rasgos característicos de la estética del esperpento serán:
  • La deformación, la distorsión de la realidad, sobre todo a través de la parodia, la caricatura y la ironía (por ejemplo, describe irónicamente a los policías hablando de trote épico y comparándolos con soldados a caballo). Esta caricatura llega incluso al momento de la muerte.
  • Degradación de los personajes a través de la animalización, la cosificación o la muñequización (a través de gestos, actitudes –ladrar, escarbar, mugir…- o su caracterización como “fantoches”o “peleles”. Paralelamente, animales y cosas se personifican.
  • Constantes contrastes entre lo doloroso y lo grotesco.
  • El humor y la mordacidad (rasgo característicos también del carácter español para sobrevivir, pero también para atacar su mísera realidad)
  • Riqueza del lenguaje y variedad de registros, a veces con intención paródica y crítica: el lenguaje pedante o cursi, el uso paródico o descontextualizado de frases literarias y formulas administrativas, uso de frases hechas o vulgarismos, giros del habla popular madrileña…..
  • La agilidad del diálogo, de réplicas cortas, oportunas y precisas.
  • El carácter literario de las acotaciones  (descripciones muchas veces líricas en las que es difícil encontrar unas directrices técnicas y prácticas para la puesta en escena) tanto en la descripción de ambientes como en la caracterización de personajes
IMPORTANCIA DEL TEATRO DE VALLE-INCLÁN

Valle es una de las figuras fundamentales de la literatura española de todos los tiempos. Su obra, peculiar, personalísima, libérrima e indagadora, abrió caminos que solo mucho más tarde serían seguidos (hay quien dice que Valle escribió para los lectores de cincuenta años después: de hecho, Luces de Bohemia no se estrenó hasta 1970) y fue el primer gran renovador del teatro en el siglo XX. 

Pero paradójicamente, aunque su teatro fue muy leído, él apenas vio representadas sus grandes obras, cuya teatralidad fue durante mucho tiempo cuestionada, calificándolas de “irrepresentables” o “novelas dialogadas”, aspecto que solo el tiempo ha podido desmentir, cuando nuevas concepciones del espectáculo teatral y nuevas posibilidades técnicas han permitido que, de hecho, Valle sea uno de los autores más representado periódicamente en la actualidad, y no solo en España, sino en todo el mundo. 

Porque en este sentido, Valle fue un adelantado a su tiempo, que reconocía y adoptaba, por ejemplo, la influencia del cine en sus obras, como contrapunto al teatro anterior, que él calificaba de “mesa camilla casera”. Y por su carácter esencialmente rebelde, tampoco quiso doblegarse a las preferencias o prejuicios estéticos del público convencional y los empresarios teatrales de su época. Y es que como en su vida, en su obra también optó Valle por la rebeldía y la libertad, en su sentido más radical, amplio y consecuente, que se combina además con un manejo del lenguaje absolutamente deslumbrante, genial y único.

Os dejo una presentación con las etapas fundamentales del teatro en el siglo XX, algunas imágenes que pueden ser útiles para comprender  y captar la "atmósfera" del esperpento, algunas frases reveladoras de la visión de España que ofrece Valle en Luces de bohemia (y el resto de sus esperpentos), y un esquema o guión con las ideas fundamentales que no podéis obviar para responder a este pregunta EBAU.

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