Comentario de texto: Rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer
Este poema pertenece a las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, obra publicada tras su muerte en la que se recopilan todos los poemas conservados que escribió a lo largo de su corta vida. Bécquer vivió en la segunda mitad del XIX, época del predominio del Realismo en España, pero él seguía escribiendo de acuerdo con los principios del Romanticismo, movimiento que había triunfado en la primera mitad, por lo que se le conoce como poeta postromántico. Esta obra se incluye dentro de la poesía intimista de este movimiento, la que expresa los sentimientos más íntimos y personales del autor, y dentro de las Rimas, la LIII se incluye en la tercera parte, que habla del sufrimiento por un amor imposible o fracasado.
El tema de este poema es la nostalgia por un intenso amor pasado, fracasado, irrecuperable e irrepetible. Mediante símbolos tomados de la naturaleza (las golondrinas y las madreselvas), cuyo sentido se aclara al final, Bécquer expresa la idea de que aunque a la vida de la amada vuelva el amor en el futuro, este nunca podrá ser tan intenso y profundo como el que el poeta sintió por ella.
El poema tiene la estructura habitual de muchas rimas de Bécquer:
- Una primera parte, formada por las cuatro primeras estrofas, en la que se nos describen símbolos de la naturaleza que evocan la idea de cosas que volverán, aunque no sean las mismas del pasado, sugiriendo así la felicidad que compartieron los enamorados y que es ahora irrecuperable e irrepetible. Dentro de ella, a su vez, podemos encontrar dos "subpartes":
- las dos primeras estrofas, que desarrollan el símbolo de las golondrinas (volverán todas, menos las que fueron testigos del amor pasado),
- las dos siguientes, centradas en la madreselva (volverán a florecer, pero no las que ellos contemplaron juntos).
- En la segunda parte, Bécquer ya expresa directamente lo que los símbolos sugerían: esa felicidad del pasado es irrecuperable porque el sentimiento del poeta por su amada era tan profundo que aunque ella vuelva a encontrar el amor, nunca podrá ser tan intenso como aquel.
La métrica del poema es muy sencilla y a la vez innovadora y rebelde con las normas, como es propio de los poetas Románticos. El poema es polimétrico, porque combina versos endecasílabos y heptasílabos que riman en asonante los pares quedando sueltos los impares (esquema de rimas que más se repite en las Rimas) . El esquema de cada una de las seis estrofas sería por tanto 11_, 11A, 11_, 7a.
La lengua, como es habitual en Bécquer, es muy cuidada y está llena de recursos estilísticos cuidadosamente utilizados para expresar con belleza e intensidad los sentimientos del poeta. Algunos realzan la estructura del poema, que comienza desarrollando símbolos de la naturaleza (las golondrinas y las madreselvas) cuyo sentido se revela al final. Este paralelismo entre símbolos y explicación se refuerza, precisamente por el paralelismo y las anáforas entre las estrofas impares por una parte y las pares por otra (anáforas: "Volverán....", "pero" "esas"; paralesismos: "Volverán las oscuras golondrinas / en tu balcón sus nidos a colgar", "Volverán las tupidas madreselvas/ de tu jardín las tapias a escalar" "Volverán del amor en tus oídos/ las palabras ardientes a sonar"), y la repetición de "esas... ¡no volverán!" transformado en "¡Así no te querrán" al final, que son los versos en que se expresa la imposibilidad de recuperar el pasado, versos se destacan, aparte de por la repetición, por la exclamación (que le da énfasis y emotividad), y la métrica, al coincidir con los versos más cortos.
La imposibilidad de repetir o recuperar ese pasado feliz se expresa también por la antítesis entre el "Volverán" inicial de algunas estrofas y el "no volverán" final de otras, reforzada por la anáfra del "pero" al principio de las estrofas pares.
La imposibilidad de repetir o recuperar ese pasado feliz se expresa también por la antítesis entre el "Volverán" inicial de algunas estrofas y el "no volverán" final de otras, reforzada por la anáfra del "pero" al principio de las estrofas pares.
Son frecuentes también los hipérbatos que alteran el orden habitual de las palabras ("En tu balcón sus nidos a colgar" "de tu jardín las tapias a escalar" "Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar") y los epítetos que destacan determinados aspectos -sugerentes y evocadores- de esos símbolos ("oscuras golondrinas", "tupidas madreselvas", "hermosas[flores]").
Además, Bécquer utiliza metáforas, tanto para evocar la felicidad pasada (las golondrinas jugando y llamando a las ventanas, o "aprendiendo los nombres" de los enamorados, las madreselvas escalando las tapias) como para hablar del amor futuro, que nunca podrá ser como el pasado ("palabras ardientes", "tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará").
Aparecen también dos bellas comparaciones: la melancólica "como lágrimas del día", para hablar de esas gotas de rocío sobre las flores, llenas de emotividad y nostalgia, y la "como se adora a Dios ante su altar", para expresar la intensidad de ese sentimiento pasado, que casi casi roza la hipérbole, al convertirse en verdadera adoración y que se intensifica con el polisíndeton entre los adjetivos que describen de forma enumerativa al poeta enamorado ("mudo y absorto y de rodillas").
En esta rima encontramos muchos rasgos característicos del Romanticismo, movimiento del que Bécquer es un representante destacado a pesar de escribir en la segunda mitad del XIX, cuando ya había triunfado el Realismo. En primer lugar, por el predominio de los sentimientos y su intensidad: ese amor idealizado y casi hiperbólico, irrecuperable e irrepetible por su propia intensidad, pero que ha fracasado y se ha convertido en imposible. El idealismo romántico siempre choca con su pesimismo, con la conciencia de que los ideales o son inalcanzables o fracasan en la realidad, y ello lleva al sentimiento de nostalgia, de tristeza, de dolor por el amor perdido que late en el poema.
A la par del sentimiento idealizado, aparece también una naturaleza idilica convertida en símbolo de un estado de ánimo y un sentimiento, extremadamente feliz en el pasado pero perdido e irrepetible en el futuro (las golondrinas jugando en lo cristales, las madreselvas bellísimas llenas de rocío y emotividad, con esas gotas que recuerdan a lágrimas). Esa naturaleza subjetiva es consecuencia del subjetivismo, el individualismo y el egocentrismo romántico, que pone los sentimientos individuales y personales por encima de todo ("como YO te he querido", "MI dicha").
En cuanto a la forma, apreciamos la ruptura de las normas típica del Romanticismo, que aquí se produce en el ámbito de la métrica. Estamos ante un poema polimétrico, que combina endecasílabos y heptasílabos en una estrofa de cuatro versos inventada de forma personal por el poeta. Los versos riman en asonante (rima propia de la poesía popular, que los románticos tanto valoraban por su nacionalismo, su aprecio por lo peculiar y típico de la cultura popular de cada nación). También de la poesía popular toman todos los recursos basados en la repetición y esa especie de estribillo que son los versos repetidos.
La lengua, el estilo, está muy cuidada y es más sencilla que en otros poetas románticos, pero muy intensa: todos los recursos se emplean para enfatizar la intensidad de los sentimientos expresados por el poeta, de forma tan eficaz que este es uno de los poemas más famosos de nuestras letras, gracias a los lectores que, generación tras generación, han conectado con los sentimientos que Bécquer expresa de forma tan cuidada pero a la vez sincera, directa y auténtica.
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