"Los santos inocentes": la caracterización de los personajes
Los santos inocentes es una novela de personaje (la creación y caracterización de los personajes se sitúa en primer plano), y esto refleja la preocupación del autor por el ser humano. Los personajes aparecen caracterizados a través de anécdotas significativas que ilustran sus ideas, sus pasiones y su personalidad: son estos episodios los que conducen al crimen final, resultado del choque entre pasiones y formas de vida extaordinariamente descritos. Los personajes ocupan un lugar central, y alrededor de ellos o en relación con ellos se sitúan otros elementos importantes de la novela: la naturaleza y la relación de los personajes con ella, la sociedad, que condiciona los modos de vida de unos y otros, así como las relaciones entre ellos. Pero el peso fundamental de la novela es el retrato de las figuras humanas.
En este retrato de los personajes se le ha achacado a Delibes cierto maniqueísmo (división tajante y nítida entre “buenos” y “malos”), y aunque esta afirmación tiene algo de razón (casi todos los rasgos positivos, relacionados con la bondad, se atribuyen a los personajes humildes, y los negativos, relacionados con la maldad, se atribuyen a los amos), Delibes intenta paliar esta oposición mediante la inclusión de personajes un poco más complejos. Con todo, sí se puede hacer una primera clasificación de los personajes en sencillos y vanos:
- Los personajes sencillos aparecen en un estado de pureza, sin contaminar por la deshumanización de la vida moderna. Su principal rasgo es la autenticidad y la consciencia de sus limitaciones: son desheredados de la fortuna bien por lo biológico (discapacitados como el Azarías o la Niña Chica), bien (y sobre todo) por lo social: sufren miseria, soledad, falta de instrucción…. Pero su estrecha relación con el medio natural les dota de una sabiduría especial, basada en “saberes” (que surgen del medio natural) más que en “conocimientos” (que surgen de la instrucción de la que ellos carecen)
- Los personajes vanos están socialmente acomodados y muestran un comportamiento inauténtico, marcado por el consumo, la competencia, el desarraigo, el deseo de aparentar y exhibir sus cualidades. Además, muestran otros rasgos negativos como el egoísmo, la mezquindad, la prepotencia, la intolerancia, la deshumanización y el desprecio por los demás. En ellos centra el autor la denuncia, aunque muestra también cierta compasión, porque su comportamiento es también consecuencia de una sociedad que se lo exige.
La oposición y el enfrentamiento entre ellos es una de las claves del sentido social de la novela: las estructuras latifundistas establecen una enorme distancia jerárquica entre ambos grupos, y de ahí nace la injusticia, consecuencia de la opresión que perciben solo los lectores, ya que los personajes vanos se muestran reacios a comprender la situación de los humildes y ofrecerles alguna posibilidad de mejora. Ellos actúan como los dueños del destino de los siervos.
Según su importancia en la historia podemos establecer tres tipos de personajes:
- Personajes de primer plano: Azarías, Paco el Bajo y el señorito Iván.
- Personajes de segundo plano: la familia de Paco el Bajo (la Régula, la Niña Chica, el Quirce, el Rogelio y la Nieves), la familia del señorito Iván (la señora Marquesa, la señorita Miriam) y los encargados del cortijo (don Pedro el Perito y su esposa doña Purita).
- Personajes de tercer plano: el resto de los sirvientes, el señorito de La Jara, los invitados de los dueños, y otros que mantienen un contacto incidental con los personajes principales (Manolo el médico, el Hachemita, el Mago del Almendral, los educadores que la marquesa trae al cortijo).
1.-PERSONAJES DE PRIMER PLANO
En torno a ellos se traza el conflicto, los principales acontecimientos y la tragedia final:
Azarías: uno de los personajes mejor trazados de la obra de Delibes. Es un inocente (discapacitado intelectual), viejo (61 años) y marginado, incluso entre los pobres. Vive en una pobreza extrema (descalzo, con pantalones remendados, la bragueta sin botones) y marcado por la suciedad (se orinaba las manos para que no se le agrietaran, tenía piojos, la Régula le compró camisetas y se las ponía unas encima de otras, recogía excrementos para abonar los geranios, hacía sus necesidades en cualquier lugar). En él se percibe cierta animalización (masca plantas, escarba como un jabalí), tendencia al exceso (abona desmesuradamente los geranios) y una conducta mecánica e instintiva, que muchas veces repite acciones (quitar los tapones de las válvulas, cuidar los perros, regar las plantas, desplumar la caza). También son suyos la ignorancia (no sabe contar, considera negativo que los niños vayan a la escuela) y la perturbación psíquica (sufre alucinaciones, como la de su hermano Ireneo)…
Sin embargo, es un personaje profundamente humano, en el que se manifiestan sentimientos como el miedo (por ejemplo, en las escenas en que sale a correr el cárabo y siente la extraña fascinación del abismo) o la ternura (que ejerce con la Niña Chica y sobre todo con la naturaleza, en la que se refugia como única compaóia al percibir la desatención e incluso desprecio de sus semejantes… Las milanas y su sobrina discapacitada son los únicos que no le muestran burla). De ahí su dedicación absoluta a las milanas, que llegan a convertirse en verdaderos personajes unidos a Azarías por el afecto, y que para él valen más que cualquier ser humano, porque en ellas encuentra lo que no encuentra en sus semejantes: comunicación (las llama y le contestan) y agradecimiento. De ahí su tristeza por la muerte del Gran Duque, al que entierra como si fuera un ser humano (ante la incomprensión del resto) y el sentimiento que le lleva al crimen final, en el que mata por su grajeta. Azarías no mata al señorito Iván por ser un opresor, sino porque en su concepción de la vida, este ha matado a alguien muy valioso para él, y así, el crimen tiene mucho de ternura: el personaje animalizado y el animal personificado están unidos por un cariño auténtico y profundo expresado por Azarías a través del sintagma repetido insistentemente: “milana bonita”.
Paco, el Bajo: aunque representa la conducta y actitud característica de los sirvientes del cortizo, está muy bien caracterizado e individualizado, con rasgos peculiares. El aspecto más destacado de su conducta es la sumisión: asume su condición de siervo como algo natural (se resigna a que su hija vaya a servir a la casa de don Pedro, se ilusiona cuando el señorito Iván lo nombra “secretario”, acepta tratarlo de usted y de señorito cuando este tiene 16 años, lo adula constantemente, acepta la propina tras las cacerías en que actúa como perro de caza, se somete a otras humillaciones como la de las firmas….) Esta sumisión se condensa en las palabras con que educa a su hija Nieves: “En estos asuntos de los señoritos, tú, oír, ver y callar”.
Pero muestra también una sabiduría e ingenio extraordinarios (tiene un olfato excepcional, que causa admiración entre los asistentes a las cacerías, y un conocimento profundo del comportamiento de los animales. Incluso es capaz de replicar ingeniosamente al alfabetizador (indicándole que ocmo la h todas las letras son mudas porque ninguan dice nada. Comparte la pasión por la caza del señorito Iván.
Son muchos los detalles que demuestran su calidad humana: desea que sus hijos alcancen un futuro mejor a través de la educación, aunque la realidad se impone (la Nieves debe ir a servir a casa de don Pedro), la presencia de la Niña Chica reprime su impulso sexual hacia su mujer (lo cual supondría una reafirmación de la vida), mantiene hacia el Azarías una actitud de comprensión y de cariño, intercediendo por él ante el señorito de La Jara (aunque éste se mantiene inflexible), tras los desahogos del Azarías, Paco limpia rápidamente los excrementos y, demostrando ingenio, le lleva a la sierra a correr el cárabo para que haga allí sus necesidades.
El señorito Iván; aparece como un personaje monolítico, caracterizado negativamente: es muy difícil hallar en él algún rasgo de bondad. Tiene muy clara su condición de amo y no consiente ningún límite a ella: establece una relación casi feudal con sus criados y llega a adoptar una actitud insultante y de desprecio hacia sus siervos, pero también hacia sus invitados. Busca la adulación y la sumisión, y cuando no la obtiene (como le ocurre con el Quirce) se venga humillando a la Nieves (cuando la obliga a que le quite las botas y hace insinuaciones sobre su cuerpo). Muestra una pasión incontrolada por la caza, que implica un desprecio de la naturaleza (una mañana que se le da mal comienza a disparar a diestro y siniestro), y esta pasión la sitúa por encima de todo (por ejemplo, con las prisas en la recuperación de Paco tras el accidente, o matando a la grajeta a pesar de las súplicas de Azarías). En sus devaneos con la señorita Purita muestra una actitud cínica y de abuso, como si fuera algo natural y él tuviera derecho de uso sobre la esposa de su hombre de confianza, del que llega a burlarse (“tu frente está lisa como la palma de la mano”)
2.-PERSONAJES DE SEGUNDO PLANO
Aquí encontramos perfiles más difuminados, pero aunque su importancia en el argumento sea menor, son indispensables para las relaciones que se describen en la historia y para su significado:
La Régula: simboliza el amor al prójimo (“mientras yo viva, un hijo de mi madre no morirá en el asilo”, dice respecto a su hermano, el Azarías) y la disposición para el servicio.
La Niña Chica: es otra “inocente”, a causa sobre todo de su discapacidad intelectual, patente también en sus rasgos físicos: ojos extraviados, cabeza como desarticulada, piernas como si estuvieran deshuesadas, es muda (como la h, dice Paco) y se ensucia con frecuencia. Constituye la imagen más impresionante de la degradación. Quizá lo que más impresiona de ella son sus quejidos lastimeros, su única forma de comunicarse, que interrumpe la vida marital de sus padres y sobrecogen a la señorita Miriam
El Quirce es el único de entre los siervos que manifiesta una voluntad de ruptura con la situación de sumisión en que vive toda la familia. No se muestra adulador con el señorito Iván, no habla con él y ni siquiera acepta su limosna, lo que inquieta y preocupa al señorito, que ve en él señales de rebeldía que achaca al “signo de los tiempos”. Junto con otros personajes (don Pedro, la señorita Miriam, René el francés), atenúa el maniqueísmo de los personajes que pueblan la novela.
La Nieves. Representa también la disposición para el servicio, la sumisión pero también las posibilidades y las aspiraciones frustradas. La voluntad de su padre para se estudie se ve truncada cuando don Pedro la requiere para que sirva en su casa; cuando muestra su deseo de hacer la Primera Comunión, los señoritos recriminan su actitud, aludiendo a la falta de preparación y culpando al Concilio Vaticano II; es humillada cuando el señorito Iván le conmina a quitarle las botas e incomodándola, vengándose así de la actitud del Quirce con él.
El Rogelio. Se ocupa del tractor y comprende su mecánica como nadie. También se ocupa de su tío Azarías (le lleva en el tractor, procura entenderle y le regala una nueva milana). En él hallamos signos del contacto con el progreso y sentimientos de afecto con los necesitados.
Don Pedro, el Périto. Este personaje concentrar la doble condición de opresor y víctima: es opresor respecto a la Nieves, a la que lleva a servir a su casa y cuyo deseo de hacer la Primera Comunión reprocha con dureza, y la señora Marquesa le concede ciertos privilegios (dice que “era como de la familia”). Pero, al mismo tiempo, es víctima de la reiterada infidelidad de su esposa, que sufre de forma atormentada, y también de la prepotencia y cinismo del señorito Iván.
Doña Purita. Es un ejemplo de frivolidad. Sus devaneos, sus ademanes, su actitud desafiante hacia don Pedro e incluso la advertencia hacia la Nieves (“¿no será un zagal lo que tú estás necesitando?” ) muestran a una mujer con una sola intención: la conquista amorosa del señorito Iván.
La señora Marquesa. Mantiene una actitud paternalista, de aparente protección a los humildes, que en realidad responde al deseo de demostrar ante ellos su posición social (les da propina por la primera comunión de Carlos Alberto, lleva al cortijo unos alfabetizadores…).
La señorita Miriam. Demuestra poseer conciencia social. Cuando la Nieves pretende hacer la Primera comunión pregunta a los que dicen que “no tiene base para ello” si no hay nadie capaz de prepararla. Después, justifica ante su madre la presencia de Azarías en el cortijo, y cuando descubre el modo de vivir de los sirvientes y el aspecto de la Niña Chica se queda horrorizada.
René, el Francés. También posee conciencia social. Hay un hecho que revela su hombría de bien: no volvió más al cortijo después de la discusión que se armó por su opinión sobre la cultura de los humildes y de contemplar el triste episodio de las firmas-garabato.
3.-PERSONAJES DE TERCER PLANO
En el camino de los personajes de primer y segundo plano se cruzan otros cuya presencia, aunque accidental, es indispensable para entender la complejidad temática y social de la novela.
- Entre los siervos, aparece una amplia galería de personajes que informan de las actividades del cortijo: pastores, porqueros, vigilantes, apaleadores, gañanes… Cada uno de ellos nos aporta rasgos que amplían nuestro conocimiento del mundo de los siervos.
- Entre los amos: exceptuando la distanciada actitud de René el Francés, los demás ilustres invitados completan los rasgos característicos de los amos: la ideología conservadora y la falta de conciencia social.
- Otros personajes nos muestran algunas facetas de la vida en torno a los cortijos:
- El Mago del Almendral revela la creencia de los humildes en la medicina popular y en los consejos de los videntes.
- Los alfabetizadores no tienen una buena pedagogía (“eso pregúnteselo a los académicos”, “la h es cuestión de estética, únicamente para adornar las palabras).
- El Hachemita es el comerciante que da buenos consejos a los humildes.
- El médico, Manolo el de Cordovilla, se encuentra muy cercano al señorito Iván cuando cura a Paco, pero le dice “tú eres el amo de la burra”.
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