Antonio Machado: "en el buen sentido de la palabra, bueno"

Antonio Machado en el Café de las Salesas,
el 8 de diciembre de 1933

Antonio Machado, el más joven de los miembros de la Generación del 98,  nació en Sevilla el 26 de julio 1875, siendo segundo de una familia de -nada más y nada menos- ocho hermanos. Cuando é tenía sólo ocho años, su familia se trasladará a Madrid, donde el pequeño Antonio entrará en la Institución Libre de Enseñanza  (un centro pedagógico renovador, que defendía una enseñanza abierta y humanística, y en gran medida impulsora de la ideología regeneracionista, que proponía una renovación intelectual y cultural de España que tuviera como consecuencia la recuperación política y socioeconómica del país),  cuyo espíritu progresista le marcará para el resto de sus días y donde tuvo ilustres maestros y compañeros,  como Giner de los Ríos o el mismísimo Joaquín Costa.


Demófilo y Ana Ruiz,
padres de Antonio Machado
Siendo un adolescente, su familia conoció estrecheces económicas, que la muerte de su padre por tuberculosis no hizo más que agravar, pero que no le impidieron, a él y a su hermano mayor Manuel, sumarse a la vida bohemia de Madrid, que discurría en cafés, tertulias literarias, tablaos flamencos o plazas de toros, gracias a la cual entran en contacto con grandes nombres de la intelectualidad y la literatura del momento, como el rebelde y vanguardista Valle-Inclán. De hecho, llegó a formar parte, como actor, de una conocida compañía teatral, y muy pronto sintió la llamada de la Meca de la bohemia, la intelectualidad y el arte del momento: París, adonde viaja ya en 1899 con su hermano Manuel (y adonde volverá poco después). Allí trabajaron en una editorial, descubrieron a poetas como Verlaine y llegaron a conocer al mismísimo Oscar Wilde. A su vuelta a Madrid, tiene entre sus contactos a Rubén Darío o a un jovencísimo Juan Ramón Jiménez. Y es en Madrid  donde entrega a la imprenta su primer libro de poemas, Soledades, en 1903.

Por consejo del que había sido uno de sus profesores en la Institución Libre de Enseñanza, prepara oposiciones a Profesor de Instituto de Enseñanza Secundaria, por la especialidad de Francés, y cuando consigue la plaza, sorprendentemente, él, que se había empapado de la vida urbana, bohemia, intelectual, cosmopolita y literaria de ciudades como Madrid o París, elige como destino Soria, la más pequeña de las capitales de provincia, que con siete mil habitantes era poco más que un pueblo grande. Se incorpora en su plaza en septiembre de 1907, el mismo año en que en Madrid había sido publicado Soledades, galerías y otros poemas, la versión ampliada de su primer libro. Seguramente, ni el propio Machado sabía el impacto trascendental que para su vida y para su obra tendría su contacto con las tierras sorianas.

Antonio y Leonor, el día de su boda.
En Soria llevará una vida tranquila casi como maestro de pueblo, y conocerá al que fue el gran amor de su vida, Leonor Izquierdo, una joven de trece años, hija de la dueña del hostal donde se hospedaba. Al parecer, Antonio sufrió un flechazo en toda regla, que se vio felizmente correspondido por la joven. Se comprometieron al año, y esperaron otro, hasta que Leonor alcanzara edad legal para casarse, con 15 años, en julio de 1909. Antonio tenía 34. A pesar de los 18 años de diferencia, todos los testimonios, incluido el posterior del propio Machado, hablan de un matrimonio marcado por el amor, la armonía y la felicidad, y el entusiasmo de la joven por la labor de poeta de su marido. Más tarde, Machado declarará que su idea de felicidad estará siempre unido al recuerdo de esos años junto a su esposa.

En Soria, Machado recorrió el paisaje que, según el mismo dijo, le llegó al fondo del alma porque quizás estaban ya en el fondo de ella; conoció a fondo sus costumbres austeras, sus gentes sencillas y resignadas, sus tradiciones (como revela, por ejemplo, la leyenda de Alvargonzález, que recreó en prosa y en verso), y esto se reflejó en un perceptible cambio en sus poemas, que dejan de hablar de paisajes imaginarios y simbólicos como símbolo de  sus sentimientos, para dejar que estos se vean proyectados en un paisaje real, concreto y no demasiado exuberante: el paisaje soriano.

Leonor Izquierdo

En diciembre de 1910 viaja con su esposa a su amada París gracias a una beca para perfeccionar sus conocimientos de francés durante un año. Allí, compaginaron los estudios de Antonio con intensos paseos por la ciudad, sus librerías, sus cafés, sus museos,  y frecuentaron la compañía de Rubén Darío y su compañera, Francisca Sánchez. Y fue en París, en julio de 1911 donde Leonor sufrió la primera crisis de lo que pronto le diagnosticaron como tuberculosis, terrible y larga enfermedad contra la que la ciencia era todavía impotente, y que les llevaría a regresar a Soria en busca de aire seco y puro. Un años después, en agosto de 1912, muere Leonor. Una de las últimas alegrías de la joven fue ver publicado el libro escrito por su marido en Soria, destinado a convertirse en mítico, y que iba a ella dedicado: Campos de Castilla. En sucesivas ediciones añadiría, entre otros poemas, unos cuantos escritos precisamente por la muerte de su mujer.






Un año después, escribirá a Unamuno:

"La muerte de mi mujer dejó mi espíritu desgarrado. Mi mujer era una criatura angelical segada por la muerte cruelmente. Yo tenía adoración por ella; pero sobre el amor, está la piedad. Yo hubiera preferido mil veces morirme a verla morir, hubiera dado mil vidas por la suya. No creo que haya nada extraordinario en este sentimiento mío. Algo inmortal hay en nosotros que quisiera morir con lo que muere.(...) El golpe fue terrible y no creo haberme repuesto. Mientras luché a su lado contra lo irremediable me sostenía mi conciencia de sufrir mucho más que ella, pues ella, al fin, no pensó nunca en morirse y su enfermedad no era dolorosa. En fin, hoy vive en mí más que nunca y algunas veces creo firmemente que la he de recobrar. Paciencia y humildad."

La muerte de Leonor fue un  golpe terrible, que sumió a Antonio en una profunda depresión, le hizo insoportable la vida en Soria y le llevó a pedir el traslado a Baeza, en su Andalucía natal, donde llegó a conocer a un jovencísimo Federico García Lorca y de donde se trasladó a Segovia, ciudad desde la que visitaba frecuentemente Madrid. Esto le permitió recuperar su contacto con la vida cultural, bohemia y teatral,  y así, comenzó a escribir obras teatrales en colaboración con su hermano Manuel, algunas muy populares, como La Lola se va a los puertos.

En 1927 es elegido miembro de la Real Academia Española, algo que, según él mismo llegaría a confesar, jamás había buscado ni le había importado demasiado (le escribió a Unamuno  a raíz de esto "Dios da pañuelo a quien no tiene narices" ) y, de hecho, nunca llegó a tomar posesión de su sillón.

Machado en 1927
Todavía estaba en Segovia Machado cuando el 14 de abril de 1931 se proclama la Segunda República, que él, cuya ideología republicana era conocida y estaba profundamente arraigada, acogió con esperanza y entusiasmo, y de hecho, fue uno de los elegidos para izar la nueva bandera en el balcón del Ayuntamiento segoviano. En octubre de ese mismo año consigue su traslado a Madrid como catedrático. Serán años de menos actividad poética, porque escribe sobre todo prosa, creando dos alter ego, dos pensadores y poetas apócrifos a los que llama Juan de Mairena y Abel Martín, en cuya boca pone sus propias reflexiones sobre diferentes temas.

Con más de 50 años vive un amor de madurez con una mujer cuya identidad mantiene celosamente en secreto y a la que escribe poemas en los que la llama con el apodo de Guiomar. Posteriormente se descubrirá que esa mujer era Pilar de Valderrama, y que el secreto se debía a que ella estaba casada. Ese amor durará hasta que el estallido de la Guerra Civil les obligue a separarse.

Cuando estalla la Guerra, a Machado, como a otros escritores e intelectuales, se le ofrece la posibilidad de abandonar Madrid, por el riesgo que corría; primero, se niega al ofrecimiento que le hacen formalmente y en persona dos jóvenes poetas, León Felipe y Rafael Alberti, pero más tarde aceptará, con la condición de que su madre, así como sus hermanos José  y Joaquín con sus respectivas familias, le acompañen (su hermano Manuel, que había sido su gran compañero personal y literario, estaba fuera de Madrid, y aunque se había mostrado también adepto a la República, pronto cambiará su ideología haciendo público su apoyo al Bando Nacional y recibiendo sus favores, lo cual supuso un gran motivo de pesar para Antonio).

Antonio y su familia se trasladan a la localidad valenciana de Rocafort, donde comienza el deterioro de su salud (en el que sin duda influyó su mermado estado de ánimo por todas las desgraciadas circunstancias que le hacían alejarse de su vida en Madrid y las perspectivas de un exilio incierto), a pesar del cual continúa escribiendo, y no sólo poemas, sino también artículos, discursos y reflexiones combativas en defensa de sus ideas y en contra del fascismo. Famosísima será la elegía que compuso a Federíco García Lorca por su asesinato, El crimen fue en Granada.

Ultima fotografía de Machado en Colliure,
hecha por  su amigo Corpus Barga
a finales de enero de 1939
En abril de 1938 se traslada con su familia a Barcelona, donde sufren todas las penurias de la guerra y el desabastecimiento. En enero de 1939. ante la inminente toma de la ciudad por los Nacionales, los Machado salen en coche hacia Francia junto a un puñado de escritores e intelectuales (como el novelista Corpus Barga, autor de la última fotografía en vida conservada del poeta) y cientos de españoles que se convierten en refugiados de guerra, obligados a cruzar la frontera y buscar (o suplicar) amparo en el país vecino. El colapso en la frontera les obliga a abandonar el coche y cruzarla a pie, teniendo que dejar también su equipaje. Caminan cuesta arriba  muchas horas bajo la lluvia, y siempre con el intenso frío de enero atenazándoles. Su madre, que tiene ya 84 años y está muy debilitada, ha de ser transportada  algún tramo en brazos. Logran entrar en Francia y que se les permita pasar la noche en un vagón abandonado en una estación. A la mañana siguiente consiguen coger un tren hacia Colliure, adonde llegan con lo puesto, y son acogidos en un hotel a la espera de una ayuda que no llegaría a tiempo.


Antonio y su madre, aquejados por una fuerte neumonía (agravada en el caso del escritor por los problemas pulmonares que arrastraba a causa de su tabaquismo), comparten habitación. Dicen que las últimas palabras de Antonio fueron "merci, madame", a la dueña del hotel que los acogió sin la certeza de si podrían pagarle, y "adiós, madre". Murió el 22 de febrero, miércoles de ceniza. Y dicen también que su madre salió por algún momento de su estado semicomatoso, y al ver la cama vacía de su hijo, rompió a llorar, y que ni las mentiras piadosas de los que le decían que lo habían llevado al médico consiguieron consolarla. Murió tres días después. No tenían ni lugar donde ser enterrados, y fue una vecina de Colliure la que cedió su propio espacio en el cementerio. Y allí fue enterrado Antonio, junto a su madre y envuelto en su amada bandera republicana. Y allí, en una tumba humilde de  un pequeño cementerio en ese pueblecito de pescadores, al borde del mar y sus estelas, reposan todavía sus restos. Esa tumba humilde se ha convertido en lugar de peregrinación a donde llegan constantememente flores, objetos personales, mensajes, dibujos, fotografías y cartas de los miles de lectores que sienten como suyos sus versos y  tal vez su historia.



Su muerte cumplió de manera aciaga el final del Autorretrato que escribiera más de veinte años antes:

"...Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar."
En el bolsillo de su último gabán encontraron tres trozos de papel. En uno estaba escrito el famoso  "to be or not to be" del Hamlet de Shakespeare, en inglés; en otro había copiado unos versos escritos años atrás a Guiomar, y en otro su último verso, un alejandríno: 
"...estos días azules y este sol de la infancia"


Más sobre la muerte de Machado aquí , aquí ,  aquí , aquí , aquí y aquí.
Más sobre Guiomar, su amor de madurez, aquí.
El testimonio de su última alumna viva, aquí.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola:
Soy Lorena, profesora en un centro en Sevilla. Me encanta tu blog y cómo enfocas todas las actividades. Enhorabuena.
Teresa Losada ha dicho que…
Muchísimas gracias, Lorena. No sabes cuánto me emocionan tus palabras (últimamente estoy muy ñoña). Muchas gracias por venir y comentar.Un abrazo

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