Cuento y microrrelato en la España democrática: un panorama


La Transición, tras la muerte de Franco en 1975, fue un período de “liberación” en todos los ámbitos. El literario también: se publican obras censuradas, se reeditan textos íntegros, se recupera la narrativa de los exiliados y muchas cuestiones censuradas pueden ser por fin abordadas en las obras que se escriben ahora. Coexisten varias generaciones de escritores (tanto del Realismo Social, como del experimentalismo, como nuevas generaciones que se dan a conocer en estos años) y son muchas las mujeres que se incorporan como escritoras (Almundena Grandes, Rosa Montero, Lourdes Ortiz…). Además, se dignifican y generalizan géneros narrativos como el cuento, el microrrelato, los libros de viajes o los libros de memorias.

EL CUENTO EN LA ESPAÑA DEMOCRÁTICA

ANTECEDENTES E INFLUENCIAS:

El cuento (la narración breve) tenía ya una amplia tradición literaria. Es en el siglo XIX cuando el género se despega de su consideración tradicional como cuento infantil, y aparecen los relatos breves fantásticos (especialmente, del estadounidense Edgar Allan Poe; en España contamos como antecedente las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer) y también realistas (Juan Valera, Leopoldo Alas “Clarín” y Emilia Pardo Bazán, por ejemplo). Ya en el siglo XX será cultivado por modernistas como Rubén Darío o Valle Inclán,  noventayochistas como Baroja, y autores vinculados a la Generación del 27 como Sénder o Max Aub. 

En la posguerra española,  son especialmente relevantes los cuentos escritos por la generaciòn del medio siglo, vinculados al Realismo Social, que lo utilizan como cauce para la denuncia de las injusticias y problemas sociales (las desigualdades, los problemas laborales, la miseria, la dureza de la vida en el campo…), y dentro de ella  cabe destacar a dos autores que cultivaron la narración breve con especial intensidad:

  • Ana María Matute escribió muchos libros de cuentos. En varios aparece la infancia, y frecuentemente los cuentos se narran desde la fantasía, la ilusión, la crueldad y el disparate del mundo infantil (Los niños tontos, El Saltamontes verde o Libro de juegos para los niños de los otros). En otros, sus cuentos se convierten en recipiente de reflexiones autobiográficas (El tiempo, A la mitad del camino).
  • Ignacio Aldecoa, considerado uno de los mejores cuentistas del siglo XX, recoge en sus relatos la visión literaria de los desfavorecidos y desamparados. Adaptó el riguroso realismo anglosajón a la literatura española, de forma que sus cuentos consiguen dar la impresión de  una experiencia realmente sentida y vivida, gracias a su agudas dotes de observador y a su gran contenido humano. Casi siempre escoge a gente humilde cuya cotidianeidad expone con ternura, dejando que el contenido social se deduzca naturalmente de la humanidad de su propia visión en obras como El aprendiz de cobrador (1951), Espera de tercera clase (1955) Vísperas del silencio (1955) El corazón y otros frutos amargos (1959) Caballo de pica (1961) Arqueología (1961) Los pájaros de BadenBaden (1965)

En el desarrollo del cuento en la democracia española será muy importante además  la influencia del cuento hispanoamericano, especialmente de  los argentinos Jorge Luis Borges (El Aleph, Ficciones) y Julio Cortázar (Las armas secretas, Historias de cronopios y de famas), cuyos relatos dan cabida a lo fantástico, lo extraordinario, lo onírico, lo alucinante en la realidad cotidiana, como forma de expresar su visión personal de la realidad.

PRINCIPALES TIPOS 

Tras la dictadura franquista, la característica principal que define el relato breve es la diversidad: los autores de  cuentos se abren a todo tipo de temas (policíacos, fantásticos, de ciencia fición, realistas, psicológicos…) y desde todo tipo de enfoques (realistas, experimentales, paródicos, metaliterarios, surrealistas...)  Incluso en un mismo autor es posible encontrar diferencias de estilo de unos cuentos a otros. La finalidad de los relatos es muy  diferente: impresionar, sorprender, conmover, dar testimonio, etc. Podríamos hablar en las últimas décadas cinco tipos fundamentales:

  • Cuentos líricos, próximos a la poesía y en en los que más que la historia lo importante es la evocación y la sugerencia. A veces, ese carácter lírico también lo encontramos en el microrrelato (del que hablaremos más abajo), donde deben concentrarse emociones fuertes y fugaces.
  • Cuentos teóricos y ensayísticos, donde abunda la reflexión más que la narración, así como los pensamientos críticos y el análisis de temas de interés del autor.
  • Cuentos dramáticos, basados en el diálogo y con carácter teatral.
  • Relatos fantásticos, que indagan en el ser humano o en la problemática de la sociedad contemporánea; en ellos aparecen desde fantasmas y viajes en el tiempo hasta metamorfosis y alienígenas.
  • Relato realista, de tema urbano, intimista o psicológico; trata cuestiones como la amistad, las relaciones de pareja, el amor, la muerte, la soledad, la insatisfacción, las relaciones familiares.

 Todas estas modalidades pueden agruparse en dos grandes tendencias: 

  • El relato corto fantástico, deudor de Poe y el boom hispanoamericano (Borges, Cortázar): reescritura del cuento maravilloso tradicional, cuento maravilloso actual, relatos infantiles modernos, relatos fantásticos, historias disparatadas y sin sentido, ciencia ficción.
  • El relato de corte realista, que ahora no se limita a la crítica social, y sigue las enseñanzas de Carver y el realismo norteamericano: realismo psicológico  y familiar, realismo social y crítico, relato humorístico, relato de aventuras, relato policial y de misterio

AUTORES Y OBRAS

Son muchos los escritores que cultivan el cuento, y muchos de ellos son también novelistas, como Javier Marías (Cuando fui mortal), Antonio Muñoz Molina (Nada del otro mundo), Vila Matas (Relatos selectos), Esther Tusquets (Carta a la madre y Cuentos completos), Soledad Puértolas (La corriente del golfo, Doce relatos de mujeres)), Julio Llamazares (Cuentos cortos), Luis Mateo Díez (El árbol de los cuentos) Almudena Grandes (Modelos de mujer) o José María Merino (Cuentos del reino secreto, Aventuras e invenciones del profesor Souto)…  Pero vamos a destacar a dos autores con sus obras respectivas:

  • Bernardo Atxaga: Obabakoak (1988), escrita originalmente en euskera, Premio Nacional de Narrativa y gran éxito (se ha traducido a 27 idiomas). Se trata de una colección de 26 relatos con  historia marco (como Las mil y una noches, el Decameron o El Conde Lucanor): un viaje hacia Obaba, una población vasca inventada (como el Macondo de García Márquez; “Obabakoak” en euskera significa “los de Obaba”) en el que se insertan los 26 relatos independientes que mezclan fantasía y realidad, situados mayoritariamente en esa población mítica y mágica: el libro narra diferentes historias de los habitantes de Obaba. Lo relatos invitan a la reflexión literaria y tratan con técnicas narrativas originales cuestiones de tipo universal.

Un profesor de geografía recuerda su extraña relación amorosa con una chica que sólo conoce en sus cartas, una  joven maestra tiene que aprender a combatir la soledad a lo largo de un frío invierno, la relación de un canónigo con un niño perdido en el bosque, un escritor  da un giro a su vida cuando descubre un detalle asombroso en la ampliación de una vieja foto de la escuela...  Y en las historias se incluyen otras historias que cuentan los personajes o que evocan el poder de la palabra como forma de rescatarnos de la soledad: las viejas cartas donde se consignan los secretos y las confesiones más íntimas, los recuerdos, los libros que nos llevan a otros lugares (las frías calles de Hamburgo, los verdes prados de Euskadi, la selva de la Amazonia…)

  • El coruñes Manuel Rivas publicó en 1995 el libro de relatos ¿Qué me quieres, amor?, también escrito originalmente en gallego, galardonado con diversos premio, entre ellos el Torrente Ballester y el Premio Nacional de Narrativa. Son dieciséis relatos, de estilo sencillo pero lírico, lleno de imaginación y sensibilidad, de temática variada pero que tienen en común el misterio de las relaciones humanas. Algunos tienen una dureza extrema, tamizada por la ternura en alguna de sus historias o el acertado uso de un fino sentido del humor. Muchos tratan el tema del amor con diferentes variaciones, desde el amor platónico al desamor.

Un enamorado, capaz de realizar cualquier cosa salvo decir “te quiero”, cambia definitivamente a su vida con el atraco a un banco; el amor del padre que va a trabajar con la preocupación de no saber cómo ni dónde ha pasado su hijo la noche; el amor a la madre, evocado a través de un cuadro de Vermeer; el amor más carnal de Carmiña, con la incómoda presencia de su perro Tarzán; un músico de saxo encuentra el don de la música en la mirada de una muchacha…  Entre ellos está La lengua de las mariposas, que narra la tierna relación entre un niño y un maestro republicano justo antes del estallido de la Guerra Civil, adaptado al cine por José Luis Cuerda

 

EL MICRORRELATO 

Lo que hoy denominamos microrrelatos,  es  una forma discursiva nueva que se sitúa en el límite  de la expresión narrativa y corresponde al eslabón  más breve en la cadena de la narratividad, que de  tener tres formas (novela, novela corta y cuento) ha  pasado a tener cuatro: novela, novela corta, cuento  y microrrelato.  Se trata de un texto breve en prosa, de naturaleza narrativa y ficcional que, usando un lenguaje preciso y conciso, se sirve de la elipsis para contar una historia. Microcuento, cuento brevísimo o minicuento son las denominaciones dadas a un conjunto de obras diversas cuya principal característica es su brevedad: máxima intensidad con la mínima extensión. Su cultivo y popularidad se ha visto sin duda favorecido por el desarrollo de Internet y las redes sociales, para las que constituye un género idóneo, así como para el ritmo de vida e incluso las preferencias estéticas e intelectuales actuales, basadas en el dinamismo, la brevedad, la intensidad.

Todas las características del microrrelato vienen determinadas por su brevedad: 

  • Desde el punto de vista  discursivo,  sus características básicas son la hiperbrevedad (desde unas pocas  líneas hasta tres carillas según los autores, aunque Merino afirma que más de un folio y meido es ya demasiada extensión para un microrrelato) y la  narratividad, que lo diferencian de otras formas de literatura breve como los aforismos (reflexivos) y los haikus (descriptivos): los microrrelatos implican un argumento, es decir, partir de una situación determinada  para llegar a otra distinta, lo que conlleva inevitablemente un cambio de situación y de tiempo, así  como un movimiento, una progresión dramática  basada en el conflicto de personajes. Al escritor de  microrrelatos no le interesa el desarrollo del conflicto, sino únicamente el momento climático de la  historia del protagonista. Ello implica una enorme  tensión narrativa. (Merino habla de la imprescindible tensión que debe estar en la sustancia misma del  microrrelato) 
  • Sus principales rasgos formales son la ausencia de complejidad  estructural, la mínima caracterización de los personajes, el esquematismo espacial, la condensación  temporal,  el lenguaje esencialmente connotativo  (que confiere al texto potencia expresiva y comunicativa),  y la importancia del título (que muchas veces orienta la lectura y subraya los elementos significativos que conviene  tener en cuenta) y también del inicio y del cierre  (abundan los finales sorpresivos y enigmáticos) 
  • Sus rasgos temáticos vienen también determinados por la hiperbrevedad: las piezas intertextuales, fantásticas y  humorísticas constituyen el 80% de los microrrelatos que se escriben en el mundo hispánico. La  razón es sencilla: para reducir el texto a su mínima  expresión hace que sean muchos los elementos elididos, y por ello los escritores suele ser apoyarse en la intertextualidad (en el patrimonio cultural del receptor) o en las estrategias propias de la literatura fantástica  y humorística, basadas ambas en la ambigüedad y  en la indeterminación, que multiplican los sentidos  del texto y permiten su reducción. 
  • Por el uso de la elipsis, el microrrelato implica especialmente al lector, que se ve obligado a reconstruir muchos de los elementos narrativos eliminados, implícitos o sugeridos. Exigen, por tanto, un lector especialmente activo.

Entre los autores hispanoamericanos de microrrelatos más influyentes entre nosotros, está el autor hondureño Augusto Monterroso, cuyos cuentos tienden a la máxima condensación (La oveja negra y demás fábulas). Monterroso escribió el microrrelato más corto del mundo ("Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí").

En España, algunos de los referentes clásicos del género incluyen a autores como Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez y Max Aub. En los tiempos modernos, hay colecciones tan sugerentes como Historias mínimas (1988), de Javier Tomeo; El cogedor de ancianos (1993), de José Jiménez Lozano y Los males menores (1993), de Luis Mateo Díez o Juan José Millás (Articuentos, 2011). También destacan autores como Luis Landero, Quim Monzó o Sergi Pàmies. Es muy frecuente, por la propia naturaleza del género, la publicación de antologías o recopilaciones de relatos de diferentes autores. Pero cabe destacar sobre todo a José María Merino, autor y recopilador de microrrelatos y quizás el principal teorizador y divulgador acerca de este género.

Aquí tenéis una selección de microrrelatos (de escritores españoles, hispanoamericanos y extranjeros) y el guión del tema:

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