La renovación de la novela: Luis Martín Santos, Juan Marsé y Juan Goytisolo
Julio Cortázar |
Los autores de los 60 introdujeron
novedades en el discurso narrativo. Las innovaciones son especialmente intensas
en el campo de las técnicas. Lo fundamental será la forma, la arquitectura, la
composición: ahora, en general, la forma importa más que el contenido.
● En cuanto al punto de vista narrativo:
● Hay una tendencia a la desaparIción del
narrador omnisciente así como el narrador único y uniforme: se prefiere el
punto de vista múltiple, según la realidad se enfoque desde uno o varios
personajes, lo cual puede dar interpretaciones distintas y hasta contradictorias
de la misma realidad, es decir, el perspectivismo:
utilizar diferentes perspectivas en la narración, por ejemplo, la primera y la
tercera persona narrativas mezcladas, o la incorporación de la segunda persona
autorreflexiva, que implica el desdoblamiento del yo,-.
● A veces el narrador interviene e interpreta,
recurriendo a la parodia o la sátira.
● El tratamiento de la anécdota:
● Se prescinde de toda acción, el argumento
queda relegado a un segundo plano.
● Se da entrada a lo imaginativo, lo
alucinante, lo irracional, lo onírico.
● Procedimientos de estructuración:
·
Desde
el punto de vista externo, es frecuente la desaparición del capítulo y que la
novela se componga de una serie de secuencias separadas por un espacio en
blanco sin numerar.
·
Desde
el punto de vista interno, destacan nuevas técnicas como el contrapunto (se presentan varias
historias que se combinan y alternan) y la
técnica caleidoscópica
(cuando son muchas las anécdotas y los personajes que se cruzan).
·
Son
muy frecuentes los finales abiertos.
● La ruptura del orden cronológico: se
producen retrocesos al pasado, saltos
temporales o superposiciones de distintos planos. Unas veces, esto proviene
de intentar reproducir los mecanismos de la memoria; en otras se percibe la
influencia del cine, con sus flash-back o “saltos atrás”; y en otras la organización
del tiempo puede llegar a ser caótica, un laberinto o rompecabezas temporal.
● El personaje protagonista es un personaje
en conflicto con su entorno y consigo mismo, deseoso de encontrar su identidad.
Es un personaje borroso, zarandeado y anulado por sus circunstancias.
● Representación de las voces y pensamientos
de los personajes:
·
Empleo
del monólogo interior o “fluir de la
conciencia” para la expresión de las vivencias y sentimientos del protagonista:
reflejar los pensamientos con la forma caótica y espontánea que tienen cuando
brotan en la mente, antes de su ordenación y estructuración lógica. Es un
recurso un poderoso para explorar la conciencia y la psicología de los
personajes.
·
Los
diálogos, aunque son también importantes, disminuyen a favor de otros
procedimientos como el estilo indirecto
libre. en el que el narrador adopta en tercera persona las palabras y
pensamientos del personaje, e incluso los rasgos peculiares de su forma de
hablar.
● En cuanto a la lengua y el estilo:
·
La
novela tiende a incorporar elementos de otros géneros, como el ensayo, a través de frecuentes digresiones discursivas.
·
Se
tiende a borrar las fronteras entre la prosa
y el verso: el lenguaje poético penetra en la novela.
·
Se
exploran todas las posibilidades del párrafo
y la frase, desde los muy cortos a los muy largos y complejos.
·
Se
incorporan elementos discursivos a
la narración, como informes, anuncios, textos periodísticos…
·
Es
muy importante la riqueza expresiva y la
elaboración retórica del discurso (cuidado y elaborado, con diferentes
recursos: metáforas, comparaciones, hipérboles, paralelismos, anáforas,
enumeraciones…), lcreación de nuevos términos, el uso paródico de diferentes
tipos de lenguaje, la diversidad de registros…
·
Se
utilizan distintos artificios
tipográficos: ausencia o uso peculiar de los signos de puntuación, ruptura
de líneas, disposiciones especiales de los párrafos, uso de distintos tipos de
letra, presentación de páginas en blanco, inserción de esquemas y grabados…
● Se renueva también del papel del lector: la renovación de la
novela supone un nuevo concepto del lector, pues exige nuevas formas de
lectura. El lector ya no puede limitarse a ser un receptor pasivo sino que debe
participar activamente en la interpretación de la novela (aspecto iniciado por Rayuela,
del argentino Julio Cortázar.
Entre los escritores más destacados en la
década de los sesenta se incluyen el ya mencionado Juan Benet -Una meditación
(1970), Un viaje de invierno (1972)-; Félix de Azúa -Las lecciones de Jena (1972)-;
Miguel Espinosa -Escuela de mandarines (1974)-; José María Guelbenzu -El
mercurio (1968), y Antifaz (1970)-; y Javier Torneo -El cazador (1967) y El
unicornio (197l). Pero nosotros vamos a centrarnos en tres nombres: Luis
Martín-Santos, Juan Marsé y Juan Goytisolo.
LUIS MARTÍN SANTOS Y "TIEMPO DE SILENCIO"
Luis Martín Santos (1924-1964) Nació en Larache (Marruecos). Su familia se trasladó posteriormente a San Sebastián. Estudió Medicina y se dedicó a la Psiquiatría. Trabajó en Madrid, ciudad donde se relacionó con los círculos literarios de la época, y después en San Sebastián. Murió en Vitoria en accidente de tráfico con solo 39 años. Además de Tiempo de silencio, escribió artículos sobre psiquiatría y filosofía, y otra novela inacabada: Tiempo de destrucción.
Tiempo
de Silencio revolucionó el ambiente literario por sus innovaciones formales,
fue una de las obras más representativas del periodo y todo un hito en la
novela española contemporánea, no tanto por su argumento, vinculado al realismo
(aunque con muchos elementos folletinescos y de la novela negra policíaca) como
por la búsqueda de nuevas formas narrativas con las que da a la anécdota un
alcance existencial.
El
tema de la novela es la frustración existencial de un investigador médico cuyo
fracaso humano es consecuencia de la miseria social, del atraso científico que
le rodea y de su propia debilidad para llevar a cabo su proyecto.
Pedro, el protagonista, es un joven médico investigador en el Madrid de finales de la década de los 40 que ve como sus investigaciones sobre el cáncer, que realiza con una cepa de ratones, se ven dificultadas por la paupérrima situación económica y social, porque los ratones, traídos de Estados Unidos, van pereciendo a un ritmo superior a su reproducción. Su ayudante en el laboratorio, Amador, había regalado meses antes algunos ejemplares a un pariente suyo, el Muecas, que logra criar algunos ratones en su chabola con ayuda de sus hijas. Pedro y Amador acuden a esa chabola para comprar algunos y así poder continuar con las investigaciones. Este será su contacto con los bajos fondos madrileños, que hará que el Muecas acuda a él como médico (aunque no ejerza la medicina), cuando su hija mayor, Florita, esté desangrándose por un aborto practicado por su propio padre en las chabolas. Pedro intenta salvarla, pero la chica muere, y él será detenido y liberado cuando se demuestre su inocencia. Vuelve entonces a su pensión, donde las mujeres que la regentan pretenden que se case con la joven Dorita. Pero el novio de Florita, Cartucho, decide vengar la muerte de su novia (de la que culpa a Pedro) matando a Dorita en una verbena en la que está con Pedro. Pedro acaba siendo expulsado de su trabajo como investigador y pasa a ser médico rural
El desarraigo, la impotencia, la
frustración confieren a la novela una significación existencial. Pedro viene a
ser un trasunto de la mísera condición humana. El resto de personajes confirman
esa desoladora concepción existencial, porque sus existencias están vacías en
uno u otro sentido. En conjunto, una humanidad degradada parece estar ahí para
producir también en el lector una sensación de náusea.
Pero
esa miseria existencial se sitúa en un marco social concreto: el Madrid de “los
años del hambre”. El fracaso de Pedro tiene sus causas sociales por los
condicionamientos que impone una sociedad subdesarrollada y opresiva: la
lamentable situación de la ciencia y la investigación, el desprecio hacia el
intelectual, la hipocresía y los convencionalismos; todo eso es lo que condena
a Pedro al fracaso, a la marginación, al “silencio”, que el autor refleja desde
la óptica del intelectual que pretende comprender y explicar las causas
profundas de aquella sociedad vacía y del fracaso existencial de quienes la
habitan.
En
esta novela se ve la influencia de Baroja, pero también de Kafka, Faulkner y, especialmente, James
Joyce. Con un lenguaje culto y unas técnicas novedosas, el autor, a partir de
los sucesos contados, de las relaciones del protagonista con otros personajes
(burguesía alta, media, baja y lumpen-proletariado) y de los ambientes por los
que se mueve (un laboratorio público deficiente, una pensión vulgar, el mundo
degradado y miserable de las chabolas, los sitios de reunión de la clase alta y
los intelectuales, como el café Gijón), realiza una descripción de la realidad
de la España de la época, y una reflexión sobre su historia y cultura. La obra
contiene abundantes reflexiones en las que se critican con dureza diversos
aspectos del ser y la vida nacional: la pobreza y las desigualdades sociales,
la mediocridad, el conformismo.
Lo
novedoso de esta novela reside principalmente en los rasgos formales:
● La novela está organizada en secuencias de
diferente extensión y en algunas, al lado de la narración propiamente
dicha, Martín Santos intercala
digresiones o reflexiones al hilo del relato que cobran especial importancia:
ironías sobre los valores espirituales de los habitantes de las chabolas,
consideraciones sobre el pueblo a partir del espectáculo de revista, etc. Otras
secuencias son digresiones puras o disertaciones ideológicas: sobre Cervantes,
sobre un cuadro de Goya, sobre los toros, sobre la revista, etc. En conjunto,
estas digresiones forman un corpus unitario en el que se plantean graves
problemas sociales y nacionales, claves para captar la significación profunda de
la novela.
● Otras innovaciones formales son la mezcla
de perspectivas con un narrador omnisciente y subjetivo, el uso de la segunda
persona y la presencia de los estilos directo, indirecto e indirecto libre. En
esta novela los diálogos no abundan, pero, en cambio, se explota
sistemáticamente el monólogo interior, cuya función principal es caracterizar a
los personajes. Gracias a esos soliloquios, penetramos en los problemas, las
contradicciones y la frustración del protagonista, en la bajeza moral de la patrona
de la pensión, en la brutalidad de Cartucho, etc.
● Hay un uso continuo de la metáfora, ls
ironía, la hipérbole y la parodia. En el lenguaje se incluyen el discurso
científico, numerosos neologismos (creaciones léxicas del autor),
extranjerismos y cultismos. junto a los cuales incorpora también expresiones
populares y vulgarismos. Abundan los recursos retóricos, como las comparaciones
e imágenes, hipérboles con intención irónica, enumeraciones, paralelismos o bimembraciones.
Destaca el gusto por la frase larga, las imitaciones del estilo retórico
clásico, a veces con intención paródica. En definitiva, Tiempo de silencio es
un continuo alarde verbal que, sin embargo, se combina de forma sutil con un
tono conversacional y vulgar.
En conclusión, la obra de Martín-Santos inicia una nueva etapa de renovación formal tras el realismo social. Tiempo de silencio venía a reivindicar los derechos de la literatura como creación y experimentación. Pero este complejo diseño formal con que está elaborada se pone al servicio de una reflexión humanística, uniendo la experimentación con un amplio alcance existencial, social e histórico.
-JUAN MARSÉ
Juan Marsé (1933-2020) nació en Barcelona. Su formación es claramente autodidacta, pues abandonó los estudios en la adolescencia, y se dedicó a diversos trabajos. La mayoría de sus obras han sido premiadas, y en 2009 fue galardonado con el premio Cervantes.
Comienza
su trayectoria con novelas que se sitúan en la estela de un realismo social y
crítico, aunque con algún elemento nuevo, como Encerrados con un solo juguete y
La otra cara de la luna, ambas sobre una juventud burguesa, desorientada y
abúlica.
En
1966 publica Últimas tardes con Teresa, recibida con asombro. Por su contenido,
sigue siendo una obra de denuncia social: cuenta las andanzas de un joven
ladrón que se hace pasar por militante político marxista clandestino para
intentar conquistar a una estudiante de familia burguesa barcelonesa que juega
a ser “progre”. Pero en ella hay una crítica sarcástica de la burguesía
progresista y una sátira feroz del señoritismo y de la inautenticidad, desde un
enfoque más complejo que en la novela del realismo social. Sobre todo, son
notorias sus novedades técnicas: superación del objetivismo y retorno al autor
omnisciente con intervenciones sarcásticas, uso abundante del monólogo
interior, incorporación de elementos paródicos, la ironía, la hipérbole, la variedad
de registros. Son también abundantes los flash-back para volver a la niñez de
los personajes que componen la trama o para reconstruir hechos importantes (de
esta forma, llegamos a conocer de forma profunda al protagonista). La acción
dura un año y tres meses, con un corto episodio de dos años después. Se
desarrolla en Barcelona y en la cercana playa de Blanes. Dentro de Barcelona
hay dos mundos: el Carmelo, barriada de despojos humanos (ladrones,
prostitutas, delincuentes...) y San Gervasio, un barrio rico y exclusivo, con
gente libre pero a la vez llena de problemas.
En
la misma línea se sitúa La oscura historia de la prima Montse (1970): unos
jóvenes barceloneses, inmersos en un sofocante ambiente burgués, inventan
historias que se entretejen con los sucesos cercanos, entremezclándose de esta
forma lo real y lo imaginario y haciendo de esta novela una de las más
interesantes de los últimos años en la que los ideales y la generosidad de la
protagonista contrastan con ese asfixiante ambiente burgués.
La plena madurez de Marsé en el manejo de las nuevas formas narrativas llega con Si te dicen que caí (1973) en la que se mezcla lo real e imaginario con una gran capacidad inventiva y riqueza verbal. A partir de esa fecha, el autor regresa al estilo realista y a los temas más importantes de su narrativa: historias de perdedores en los barrios barceloneses de la posguerra: Un día volveré (1982), El embrujo de Shanghai (1993) y Rabos de lagartija (2000).
JUAN GOYTISOLO
(1931-1917) Nació en Barcelona en una familia acomodada. Empezó la carrera de Derecho, pero no la concluyó. En 1956 se instaló en París; desde allí, realizó frecuentes viajes a España y llevó a cabo diversas actividades relacionadas con su compromiso con la resistencia antifranquista. Posteriormente, decidió residir buena parte del tiempo en Marruecos, donde falleció. Además de sus grandes novelas, ha publicado libros de viajes, autobiografías y algunos ensayos. También escribió numerosos artículos periodísticos y fue corresponsal de guerra para El País.
Fue
el primero de su generación que se lanzó en busca de nuevas técnicas narrativas
desde sus comienzos en el “realismo crítico”. En 1966 publica Señas de identidad: cuenta la historia de Alvaro Mendiola, un exiliado español en
Francia que vuelve a España. Es un personaje desarraigado que se siente
extranjero en su patria y busca en su pasado los caracteres que conforman su
identidad en un intento de recuperar sus raíces. Para ello, indaga en su
historia familiar y esto le conduce a la reflexión sobre la historia, cultura e
ideas que han imperado en España, y de ahí al rechazo de su patria. Es decir,
esta búsqueda le hace sentir que ya no forma parte de ese mundo, que es un ser
totalmente desarraigado, un extraño en su propia tierra. Aparece, así, un tema
que será constante en la obra de Juan Goytisolo: el rechazo de una
interpretación parcial de la historia y la cultura española.
Está
narrada en un estilo claramente subjetivista y se dan cita todos los recursos
de la nueva novela experimental: cambios del punto de vista, saltos en el
tiempo, uso de diversas personas narrativas (segunda y tercera), alternancia de
historias presentadas con diferente tipografía, ruptura de la linealidad
temporal, uso de monólogos interiores, introducción de disertaciones, de
fragmentos periodísticos, de informes policiales, de folletos turísticos,
secuencias escritas en forma de verso, diálogos en francés, páginas sin
puntuación o en letra cursiva, Y nada de ello es gratuito, todo está
magistralmente subordinado a su búsqueda de identidad personal y a la revisión
del pasado nacional.
El camino emprendido en esta obra por
Goytisolo continúa con Reivindicación del conde don Julián (1970) y Juan sin
tierra (1975), en las que multiplica las renovaciones formales, al servicio de
una amarga destrucción de lo que él llama la “España sagrada”: estas dos
novelas siguientes acentúan el ataque a la cultura, a la religión, a los
valores de las clases dominantes e incluso a la lengua castellana, e inciden en
el carácter discursivo del relato, en el que se llega a eliminar la peripecia.
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