La realismo social en la novela de los 50. "La colmena" y "El Jarama"
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Camilo José Cela (segundo por la derecha) en «La colmena», de Mario Camus (1982) |
En los años 50, los problemas económicos derivados de la autarquía y el aislamiento político llevan al Franquismo a iniciar un proceso de apertura internacional, de liberalización económica y de relajamiento de la censura. En este clima de apertura aparecen las primeras protestas de trabajadores y universitarios contra el régimen y, paralelamente, se produce la aparición de una serie de novelas centradas en la denuncia de la pobreza y la injusticia social, a las que se ha denominado “novela social” o “realismo social” Son obras que quieren reflejar la realidad con voluntad de denuncia, para intentar transformarla. Igual que en teatro y en poesía, la novela se convierte así en un arte popular marcado por el utilitarismo: persigue una acción útil dirigida a la inmensa mayoría.
Este tipo de novela social dominará el panorama literario entre
1951 (fecha de aparición de La Colmena
de Camilo José Cela), y 1962, (fecha de aparición de Tiempo de silencio de Luis Martín Santos). En este período podemos
diferenciar dos momentos:
● Los
precursores: Miguel Delibes: El camino (1950), Luis Romero, La noria (1951) y sobre todo, La colmena (1952) de Camilo José Cela,
novela que incluye algunas de las técnicas que marcan el inicio de un cambio en
la narrativa española que se consolidará en los años siguientes.
● La novela social plena, que comienza a
partir de 1954 con autores como Ignacio Aldecoa, José Manuel Caballero Bonald,
Carmen Martín Gaite, Ana Mª Matute, Rafael Sánchez Ferlosio o Juan Goytisiolo
Los novelistas sociales tienen en comùn la solidaridad con los
humildes y oprimidos. el inconformismo, el deseo de cambio social y el
compromiso con la realidad: la novela debe denunciar esa realidad injusta. Pero
en la forma concreta de llevar esto a cabo encontramos dos grandes vertientes:
● El objetivismo: novelas que ofrecen un
testimonio escueto, sin aparente intervención del autor, que se limita a
registrar la conducta externa de los individuos y recoger sus palabras, sin
comentarios ni interpretaciones. El narrador casi llega a desaparecer, actuando
casi como una cámara cinematográfica. En esta línea se sitúan El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, o
Los Bravos de Jesús Fernandez Santos
●El realismo crítico: denuncia las
desigualdades e injusticias sociales, explicándolas, comentándolas e
interpretándolas. El narrador no se limita a reflejar la realidad, sino que
pone de relieve las miserias e injusticias con ánimo de denuncia, por lo que la
crítica social y política se lleva a cabo de forma explícita. Las obras más
representativas de esta tendencia son Central
Eléctrica de López Pacheco, Las ratas de Miguel Delibes o Dos días de septiembre de Caballero
Bonald. En esta última, se nos muestra una sucesión de escenas de la vida
cotidiana de los habitantes de un pueblo andaluz dedicado a la producción
vinícola. El autor se propone denunciar la desigualdad social, al contrastar la
vida ociosa de los terratenientes y las precarias condiciones de vida de los
trabajadores.
En cuanto a los temas,
se produce un desplazamiento de lo individual (los problemas personales, algo
característico por ejemplo de la novela existencial de los años 40) a lo
colectivo (los problemas sociales), La
sociedad deja de ser un marco y se convierte en el tema
central del relato. Así, estas novelas reflejan aspectos muy variados de la
realidad social y cotidiana de la España de la época (la mayoría, salvo alguna
excepción, se ambientan en la época en que fueron escritas):
●La
dura vida del campo: Los bravos de
Jesús Fernández Santos, El fulgor y la
sangre de Ignacio Aldecoa.
● El
mundo del trabajo . La mina de López Salinas.. Central eléctrica, de López Pacheco
● Las
vidas de las clases trabajadoras : El
Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio
● Las
miserias de la vida urbana : La colmena,
de Cela., La resaca, de Juan
Goytisolo
● La vida de la burguesía, especialmente su juventud desocupada, abúlica y carente de valores: Juegos de manos, de Juan Goytisolo, Entre visillos de Carmen Martin Gaite
● La guerra civil y sus efectos en niños y adolescentes: Primera memoria de Ana María Matute
Con respecto a las técnicas
y estilo, importa más el contenido que la forma, por lo que las
preocupaciones por la estética son mínimas: solo se busca la transparencia, que
lo escrito se entienda de forma clara y directa. Por ello utiliza un lenguaje
desnudo, directo y sencillo, y hay una clara preferencia por estructuras del
relato también sencillas, especialmente la narración lineal. De ahí que la
crítica tradicional suela achacarle un descuido de la forma, a pesar del
propósito de renovación de estos autores. Algunas de sus características
serán:.
● Simplificación
de la trama: el argumento pierde importancia y la acción narrativa se limita a
la presentación de escenas de la vida cotidiana que se organizan de forma
secuencial. De este modo la estructura del relato suele ser aparentemente
sencilla.
● Orden
lineal: los acontecimientos se narran siguiendo un orden cronológico sin saltos
al pasado ni anticipaciones.
● Hay
cierta tendencia a la reducción espacial y temporal de las obras (transcurren
en un lugar concreto y en períodos cortos de tiempo, a veces 1 o 2 días, e
incluso menos).
● Organización
de la acción en breves secuencias, que recuerdan a las secuencias
cinematográficas.
● Se
prefieren los personajes colectivos, o personajes representativos de una clase
o grupo social.
● Se
rechaza el análisis psicológico, lo que lleva a emplear técnicas objetivistas,
en las que el narrador actúa como una cámara cinematográfica que se limita a
reflejar la conducta externa de los personajes,
y los diálogos aparecen casi como recogidos con un magnetófono, sin que
el autor comente nada (es lo que se denomina “desaparición del autor).
● Narrador
objetivo: se utiliza generalmente la tercera persona narrativa que adopta una
actitud objetiva de observador externo de los acontecimientos, y se limita a
reproducirlos sin valorarlos.
● Por
todo ello, los diálogos son abundantísimos, ya que son los que caracterizan a
los personajes y nos permiten conocerlos. Además, los autores tratan de reflejar con fidelidad y precisión las
formas de hablar de distintos grupos sociales (los campesinos, los obreros, los
burgueses…)
●Sencillez
expresiva: utilización de un lenguaje austero y simple que prescinde de
cualquier retoricismo o voluntad estética.
Destacamos
dos novelas representativas cada una de una tendencia dentro del realismo
social: La colmena, de Cela
(iniciadora del realismo crítico) y El
Jarama, de Sanchez Ferlosio, ejemplo destacado del objetivismo.
"La colmena", de Camilo José Cela (1951)
La colmena fue publicada en Argentina, en 1951. No pudo publicarla en España hasta el año 1955, ya que la censura de la época no toleraba las abundantes alusiones al sexo y al ambiente homosexual y carcelario del relato. Se la considera una de las mejores obras de Cela.
La estructura externa está compuesta de
seis capítulos y un epílogo. Cada capítulo consta de un número variable de
cortas secuencias, que desarrollan episodios que están mezclados con otros que
ocurren simultáneamente. De esta manera, el argumento se compone de muchas
anécdotas. Lo importante es la suma de las mismas, que conforma un conjunto de
vidas cruzadas, como las celdas de una colmena. Estamos pues ante una novela
caleidoscópica cuya unidad se consigue por la presencia de un marco común, el
Madrid de la posguerra. Se inicia en un café, que actuará como epicentro del
que parten los mil hilos de las mil historias que componen la novela. Así pues, se tratade una novela abierta, sin argumento ni desenlace, en la que el autor
intentó reflejar la realidad social de la época, y así, en un espacio novelesco
reducido (una zona de Madrid) intervienen unos trescientos personajes.
De entre los trescientos personajes
que aparecen, apenas encontraremos representantes de las clases acomodadas. Del
mismo modo, no tienen relevancia los pertenecientes a la clase obrera o a los
sectores marginados. Lo que predomina es la clase media baja, gentes en
situación inestable, que tienen un futuro incierto y, más que vivir,
sobreviven. Sus ilusiones y proyectos de futuro son engañosos: sus miradas
«jamás descubren horizontes nuevos» y su vida es una «mañana eternamente
repetida». Este tipo de personajes se ajusta muy bien a la visión de la vida
subyacente en la novela, primera parte de una serie que había de llevar el
significativo título de Caminos
inciertos.
Por tanto, el protagonista individual es sustituido por un
protagonista colectivo, formado por esos más de trescientos personajes, grupo
humano, representativo de los habitantes del Madrid de posguerra, que es el
auténtico protagonista de la obra. Estos personajes se perfilan a partir de
unos pocos rasgos significativos, sin profundizar en su psicología ni en su
historia. Todos reciben el mismo tratamiento, aunque destacan algunos, como el
poeta Martín Marco, la señorita Elvira o Doña Rosa, la dueña del café. Los
diálogos cobran muchísima importancia como medio para presentar el carácter de
los personajes, que quedan caracterizados fundamentalmente por su modo de
hablar, y de actuar.
En esta novela aparece la voluntad de reflejar con exactitud la
realidad a través de un narrador que
a veces se limita a mostrar a describir
desde fuera, sin penetrar en el interior de los personajes, y a veces adopta
una actitud omnisciente que conoce el interior de los personajes y en ocasiones
opina sobre ellos. Esta implicación subjetiva del narrador, que juzga, opina e
ironiza se combina por tanto con la presentación objetiva de los
acontecimientos.
El tiempo se concentra, pues los seis
capítulos de la novela se desarrollan en tres días de 1943. Las acciones no se
presentan siguiendo un orden cronológico lineal sino simultáneo: varios
acontecimientos suceden en un mismo momento en lugares diferentes y, en
ocasiones, un mismo hecho es narrado desde distintas perspectivas (técnica
narrativa conocida como “contrapunto”).
"El Jarama" (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio
Rafael Sánchez Ferlosio (1927-2019). Nació en Roma. Era hijo de Rafael Sánchez Mazas, novelista y político falangista. En Madrid, empezó la carrera de Arquitectura y luego la de Lenguas Semíticas. Se dedicó sobre todo, a la escritura de artículos periodísticos en diversas publicaciones, ensayos, relatos breves y novelas, Su primera novela es un relato fantástico: "Industrias y andanzas de Alfanhuí" (1951); la segunda, muy valorada por la crítica y Premio Nadal de 1955 fue "El Jarama" (1956), máxima representante de la novela objetiva.
El Jarama relata la excursión dominical a las orillas
del río Jarama de un grupo de jóvenes madrileños de clase baja. y sus
actividades intrascendentes durante el tiempo que pasan allí (hablar, beber y
alimentarse, bañarse, jugar...).Sin embargo, el tedio vital general se ve roto
al anochecer cuando una de las chicas muere accidentalmente ahogada en el río, lo que da cierta
trascendencia existencial a la novela. En el relato se ofrece una visión
fatalista de la vida: los personajes aceptan lo que ocurre como algo
inevitable, incapaces de rebelarse contra un futuro que parece estar
predeterminado.
El tema de la obra sería la trivialidad, la pobreza mental de
ciertos sectores de la sociedad de la época. Otro tema recurrente es el tiempo;
la acción dura dieciséis horas y se hacen referencias continuas a su
transcurso: tanto con la mención directa como con elementos naturales que
señalan su transcurrir.
El
espacio es reducido: el río y, cerca, una taberna a la que van clientes habituales,
el otro grupo retratado, que pertenece a una generación mayor. La obra presenta
un narrador objetivo, que no interviene en la historia y se comporta casi como
una cámara cinematográfica reflejando solo lo que los personajes hacen y dicen
de manera externa. Y así, la mayor parte del relato está constituida por
diálogos banales, anodinos, de los distintos personajes que tratan en general
sobre lo cotidiano y reflejan vidas muy poco interesantes, conformadas por los
valores y aficiones de ese sector social en la etapa de posguerra: la novela
rosa, la música difundida por la radio... La novela muestra, por lo tanto, otro
ejemplo de protagonista múltiple. Se ha destacado especialmente la reproducción
del lenguaje coloquial de los jóvenes de la época, en el que abundan las
expresiones hechas y las palabras informales.
Aquí tenéis algunos fragmentos de estas dos novelas, y el guion del tema con los puntos imprescindibles que no pueden faltar en vuestro resumen:
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