Gerardo Diego: vida, obra y legado
OBRA: ENTRE LA TRADICIÓN Y LA VANGUARDIA
Como hemos visto, Gerardo Diego fue amigo de poetas vanguardistas como Huidobro y Larrea, pero también un gran conocedor de los clásicos de nuestra literatura, aspecto en el que influyeron decisivamente sus estudios. Y así, como muchos de sus compañeros de generación, Gerardo Diego conjugará tradición y vanguardia a lo largo de su trayectoria poética, y en su obra, más que etapas (en un mismo período encontramos obras vanguardistas y tradicionales), son perceptibles dos grandes tendencias o facetas, la tradicionalista y la vanguardista, que el propio Gerardo Diego etiquetó y describió, hablando de dos tipos de poesía en su trayectoria, alternativos y a veces simultáneos:
"...una poesía relativa, esto es, directamente apoyada en la realidad; y una poesía absoluta o de tendencia a lo absoluto, esto es, apoyada en sí misma, autónoma frente al universo real del que sólo en segundo grado procede."
Él mismo dejo testimonio de la consciencia de esa oscilación entre una poesía clasicista y una poesía radicalmente vanguardista, que parecía sorprender incluso a sus coetáneos:
«[…] empezaban a funcionar a la vez los dos Gerardos Diegos: el Gerardo Diego revolucionario y el Gerardo Diego clásico. El Gerardo Diego clásico, con toda la tradición que yo tenía de la escuela montañesa […] y de mi formación humanística en la Universidad y mi lectura constante de los clásicos y mis estudios para las oposiciones a cátedras, y mi gusto, además, por lo sentimientos tradicionales, religiosos y familiares. Pero, por otro lado, veía la necesidad de una aventura en busca de una poesía completamente distinta, en relación con el cubismo y con las formas más avanzadas de arte plástico y de la música […] Ni Larrea, ni Montes, ni Vicente Huidobro comprendían cómo yo, el mismo día que escribía, a lo mejor, un poema de intención creacionista o simplemente un disparate ultraísta sin saber exactamente qué quería hacer, escribiera un soneto, o escribiera un romance sentimental o escribiera una poesía a la Virgen María, eso no lo entendían. Pero a mí me parecía eso tan normal que lo he seguido haciendo toda mi vida».
Y aunque no podamos hablar de etapas estrictamente, los libros experimentales abundan más en su primera época, predominando al final los moldes tradicionales.
Así pues, en su obra vamos a encontrar dos grandes facetas, tendencias o tipos de poesía:
- Una poesía vanguardista, experimental, irracionalista, influida por el Ultraísmo y el Creacionismo, que él denominó “poesía absoluta” (el Gerardo Diego "revolucionario") y trata de crear nuevas realidades. A esta línea corresponden sus libros Imagen (1922), Manual de espumas (1924), Fábula de Equis y Zeda, (1932) y Poemas adrede (1932). En estas dos últimas obras funde el influjo gongorino con el Creacionismo, a través de metáforas brillantes e ingeniosas asociaciones de ideas.
- Una poesía tradicionalista y clásica, que él denominó “poesía relativa”, (el Gerardo Diego "clásico") una poesía apoyada en la realidad de forma más directa, y que constituye el bloque poético más importante y reconocido: una poesía de circunstancias, en donde no se trata de crear nuevas realidades, sino de expresar las ya existentes, utilizando con habilidad y maestría formas métricas tradicionales como el romance o el soneto, que conjuga con la modernidad del lenguaje. A ella pertenece su primera obra, El Romancero de la novia, de 1918, Versos humanos (1925), Alondra de verdad (1941) y Ángeles de Compostela (1936, pero ampliada en 1961).
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