La poesía de la Generación del 50


El Grupo Poético del 50 (o Generación del 50, también conocida como "del medio siglo") está formado por poetas algo más jóvenes que los anteriores, cuya carrera poética despega a mediados o finales de los 50, y que comparten con estos las preocupaciones sociales y la visión crítica de la realidad, pero que alejan del prosaísmo y la simpleza formal que tenía la poesía estrictamente social.  Además su mirada sobre la realidad será siempre subjetiva y personal. 

Más que como comunicación, conciben la poesía como conocimiento o como experiencia, y junto a las preocupaciones por la situación del país y la falta de libertad (que abordan desde una perspectiva sobre todo ética, pero más distanciada e incluso irónica que los poetas sociales inmediatamente anteriores), vuelven a cultivar temas íntimos y personales, como el paso del tiempo, los recuerdos, la nostalgia de la niñez, la amistad, la soledad, la muerte, el amor y el erotismo. Su estilo va a ser también sencillo, sobrio y cercano,  con un tono coloquial y conversacional, pero muestran mayor preocupación por la lengua poética. En ellos es muy frecuente el autobiografismo,  la evocación  y narración poética de hechos y anécdotas concretas y propias a las que se le da un valor simbólico y en las que es muy importante la presencia de lo cotidiano. Suelen incluir alusiones a la tradición literaria (intertextualidad) y poetizar también acerca de la poesía o la literatura (metaliteratura), Utilizan muchas veces la ironía y la autocrítica (dentro de su conciencia y compromiso social, se saben parte de la burguesía, clase favorecida y hasta cierto punto “opresora”). En cuanto a la métrica, combinan el verso libre con el uso ocasional de formas clásicas.

Los autores pueden dividirse en dos grupos: el círculo de Barcelona (Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo) y el grupo de Madrid (Ángel González, José Ángel Valente, José Manuel Caballero Bonald, Francisco Brines, Claudio Rodríguez…). Con ellos se vincula también la poesía personalísima y singular de Gloria Fuertes, que por edad estaría más próxima de la Generación anterior, pero que comparte algunos rasgos con este grupo poético, algunos de cuyos integrantes, como Caballero Bonald o Jaime Gil de Biedma, la reivindicaron siempre. 

JAIME GIL DE BIEDMAes uno de los poetas más significativos e influyentes en poetas posteriores de este y uno de los iniciadores de la poesía como experiencia, que expresó su visión desencantada desde su conciencia burguesa, a través de la ironía como forma de autocrítica.  Sus temas principales son  la nostalgia de la infancia y la adolescencia, la visión crítica de ciertos aspectos sociales, el paso del tiempo, la amistad, sus experiencias amorosas, que expresa con una lengua próxima a la lengua coloquial, siempre natural y antirretórica. Entre sus libros destacan Compàñeros de viaje o Moralidades. Agrupó su obra bajo el título Las personas del verbo


ÁNGEL GONZÁLEZ
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 Poeta representativo de la evolución desde una poesía claramente social  a una poesía más personal, en la que el compromiso sigue vivo pero se expresa a través del humor, la ironía e incluso la parodia de tópicos culturales y sociales,  y se combina con la reflexión sobre la poesía o la ficcionalización del poeta dentro de su propia poesía. Predomina el tono conversacional y el gusto por los juegos de palabras. Algunos de sus primeros títulos son Áspero mundo, Sin esperanza, con convencimiento y Grado elemental.


JOSÉ ÁNGEL VALENTEprincipal defensor de la poesía como conocimiento, es el más intelectual y simbolista. En sus poemas reflexiona sobre todo sobre la palabra, sus límites y su capacidad para conocer y expresar el mundo. Su poesía, muy influida por San Juan de la Cruz y poetas metafísicos ingleses, se irá haciendo cada vez más hermética e intelectual. Uno de sus primeros libros en los años 50 es A modo de esperanza.



CLAUDIO RODRÍGUEZ
por su parte indaga también en la poesía como conocimiento, pero mostrando siempre una actitud vitalista de celebración de la existencia y los sentimientos que le dan sentido (amistad, solidaridad, amor), a pesar de todo lo que la oscurece, en obras como Don de la ebriedad Conjuros.



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