Un romance gitano: "San Gabriel"

 

"La Anunciación"- Paolo de Matteis (1818)

1.- LA IMAGEN DEL PUEBLO GITANO

Este poema (que representa a Sevilla, aspecto muy acorde con el carácter  representativo de Andalucía que Lorca quiso dar a la visión del pueblo gitano del Romancero gitano) supone la “gitanización” del mito cristiano de la Anunciación de María. Es decir, se recrea el mito bíblico de la Anunciación, pero con unos protagonistas y una ambientación típicamente gitanas. Así, el arcángel San Gabriel,  el ángel al que según la Biblia se le encomendó tal misión, aquí aparece como un joven gitano, vestido con chaleco bordado y zapatos de charol, y cuya condición se subraya por  su estirpe sevillana ("biznieto de la Giralda"). Camina por una calle de Sevilla para anunciarle que va a ser madre a una gitana cuyo antropónimo, típico de su raza (“Anunciación de los Reyes”)  es también un guiño evidente al mito que recrea el poema. De Anunciación sólo se nos da el rasgo físico de que es una mujer morena, como todas las gitanas. Aparecen otros elementos típicamente gitanos como la guitarra,  o la costumbre andaluza de ·vestir santos y adornarlos (de ahí que el narrador le recuerde a San Gabriel que fueron los gitanos los que “le regalaron el traje”, como para convencerlo de que cumpla sus deseos).  También remite a la iconografía  gitana del Romancero la imagen de los “caballistas” que llenan los ojos de Anunciación: es decir,  dinastías de  gitanos de los que ella va a ser madre, los jinetes, que forman parte de la mitificación del pueblo gitano que hace Lorca en esta obra, convirtiéndolos en “centauros”, el hombre mitad hombre, mitad caballo, representativo del choque razón-instinto, civilización- naturaleza.

Aparece también el destino trágico, que en el Romancero marca a la raza gitana y forma parte también de esa mitificación, de esa visión idealizada y no realista, que los convierte en mito representativo de Andalucía (y de la condición humana en general, en una lectura existencial): el Arcángel anuncia a la gitana que va a ser madre (noticia que provoca una intensa alegría y un desbordante entusiasmo en ella) pero esta buena nueva encierra una mala nueva: el niño nacerá predestinado al dolor, la muerte, la tragedia (ese "lunar" y esas "tres heridas"  en el pecho,  las "tres balas de almendra verde" que "tiemblan en su voz", que hacen referencia a las tres heridas de Cristo por los tres clavos en la cruz). Ese niño representa a la raza gitana que, como Cristo,  nace ya marcada por un destino trágico ineludible del que Anunciación, con la inocencia y el carácter instintivo y pasional que tiene siempre el pueblo gitano en el Romancero, parece no darse cuenta. El niño, primero de  “cien dinastías” de gitanos, viene a la vida, pero también al dolor y la muerte.

Así pues, esta gitanización del mito de la Anunciación supone también una mitificación del pueblo gitano (habitual y central en el Romancero), que se convierte así en mito representativo del destino trágico, inherente, para Lorca, a la vida. De hecho, en este caso el destino trágico no viene, como en otros romances, impuesto por el choque con fuerzas represoras “históricas”, morales o sociales (la cultura paya, los códigos gitanos, la religión…) sino que aparece como algo existencial, parte inherente e inevitable de la vida desde el momento mismo de su concepción, que es lo que relata de manera mítica este romance aludiendo a la mitología cristiana y bíblica pero con una ambientación y unos protagonistas típicamente gitanos.

2.- LOS PERSONAJES PROTAGONISTAS

En el poema aparecen dos personajes principales.

El primero es el arcángel San Gabriel, personificado como un gitano joven cuyo físico se ensalza (“bello niño de junco", "anchos hombros," "fino talle", "piel de nocturna manzana", "boca triste y ojos grandes”). Pero ya en su caracterízación positiva se intercalan notas negativas que hacen intuir la mala noticia que se encierra en la buena que ha venido a anunciar: los pasos que dan sus "zapatos de charol" cantan "breves lutos celestiales", y en su "chaleco bordado grillos ocultos palpitan". En todo caso, estamos ante un personaje de la  mitología cristiana que sacraliza el origen de la vida, la concepción de un niño. Al arcángel se le identifica varias veces con una estrella ("lucero") y se le atribuyen constantemente imágenes de luminosidad, propias de esos astros ("tu fulgor", "reluces"), lo que le da entidad como fuerza cósmica vinculada al destino. Aparece además  caracterizado  como “domador de palomillas” (en alusión a la paloma bíblica, el Espíritu Santo que hizo concebir a la Virgen su hijo) que viene "entre azucena" (símbolo de pureza, que aparece también en el pasaje bíblico de la anunciación) "y sonrisa", por la buena nueva que trae. Al terminar su anuncio vuelve a subir al cielo por su “escala” (la escala de Jacob, por la que según la Biblia los ángeles subían y bajaban del cielo). 

Este personaje se convierte en antagonista, porque aunque trae una noticia aparentemente feliz (el embarazo de Anunciación) encierra algo trágico (el niño nacerá marcado por un destino trágico representado por el lunar y las tres heridas de su pecho). Por tanto, este personaje simboliza en realidad la fuerza cósmica de la vida que conlleva desde su principio la muerte, y el destino trágico del pueblo gitano, marcado  por el dolor y la muerte desde el momento mismo de su concepción.

El otro personaje principal es la gitana, Anunciación de los Reyes,  "bien lunada y mal vestida": se nos presenta mediante una antítesis entre su condición aparentemente positiva y su atuendo negativo, que seguramente simbolice su condición humilde… “Bien lunada”, como el anuncio del arcángel, es una condición solo aparentemente positiva, porque en realidad trae connotaciones negativas, teniendo en cuenta el simbolismo de la luna en Lorca, siempre vinculado a la muerte,  que marca también a este personaje con este destino trágico típicamente gitano del que ella, en su inocencia (también típica de los gitanos lorquianos) no se da cuenta. Del mismo modo, su alegría se identifica con “tres clavos” (otra vez, alusión a las heridas cristológicas),  y por lo tanto aparece también vinculada inevitablemente al destino trágico, el dolor y la muerte. 

Anunciación representa el tipo de la madre, de la mujer origen  y alimento de la vida (expresado por los pechos en los que ya nace “la leche tibia”), inocente, feliz y entusiasmada, mujer pasional (aspecto simbolizado por su “cara encendida”), pero ya marcada por ese destino trágico que la vida, inevitablemente, conlleva. Es también representación de la inocencia, la pasión, el ansia de vivir de la raza gitana (en choque, como vemos, ya desde el principio, con ese destino trágico inevitable para ella y para su hijo).

Hay otros personajes que aparecen mencionados: el niño, que antes del anuncio llora en el vientre de su madre, y luego, tras la alegría materna por la noticia, "canta" (otro signo de alegría), pero llevando "tres balas de almendra verde" en su canto. De nuevo, el signo de alegría lleva encerrado e implícito el destino trágico.  Al niño se le mitifica también al identificarlo con Cristo mediante la alusión a las tres heridas de la cruz (las "tres heridas" y las  tres "balas de almendra verde").

También se mencionan las "cien dinastías de gitanos", los caballistas, el personaje colectivo de los gitanos (o sea, el pueblo gitano) caracterizados como “jinetes”, el hombre centauro, mito representativo del choque instinto/ razón, primitivismo /civilización: seres pasionales e impulsivos, pero limitados por la civilización y las normas.

3.- LOS TEMAS TRÁGICOS

El tema central de este poema es el mismo que el de todo el Romancero gitano: el destino trágico del pueblo gitano, que aquí aparece en ese anuncio de las tres heridas, el dolor y la muerte, parte esencial  de la vida que va a comenzar. Este tema se expresa en este romance a través de la recreación del mito cristiano de la Anunciación, que se “gitaniza”, se ambienta con unos personajes, un lugar y unos detalles claramente gitanos. Este destino trágico del pueblo gitano puede considerarse también representativo del destino trágico del ser humano en general, con lo cual a través de lo gitano y lo andaluz, Lorca estaría expresando grandes temas universales: el dolor y la muerte como parte inherente de la vida humana en general desde su mismo comienzo.

En otros romances, el destino trágico (bien sea el dolor, bien sea la muerte) aparece como consecuencia del choque entre las pasiones y deseos de los gitanos, sus ansias de vivir, con fuerzas represoras, morales o sociales, que se lo impiden. Sin embargo, en este caso la causa es existencial: el destino, la predestinación, porque dolor y muerte aparecen ya desde el primer momento formando parte sustancial e inherente de la vida misma. Por eso el anuncio de la vida es también el anuncio del dolor y la muerte (simbolizado por las tres heridas). Y este destino trágico aparece anunciado no solo para ese niño que va a nacer, sino para las “cien dinastías de gitanos” de las que Anunciación va a ser madre, es decir, para todo el pueblo gitano en general, hecho del que la gitana, en su inocencia y entusiasmo, no parece darse cuenta: percibe solo la parte positiva del anuncio  que le hace el Arcángel, el anuncio de la vida.

Así pues, en este romance están presentes los grandes temas trágicos del Romancero: el propio destino trágico que marca al pueblo gitano desde su nacimiento, ese estar predestinado al dolor y la muerte de forma inevitable y anunciada desde el mismísimo principio de la vida, a través de la gitanización del mito cristiano de la Anunciación, que a su vez representa el destino trágico del hombre, del ser humano en general, cuya vida está marcada desde el principio por el dolor y la muerte. Encontramos así las dos posibles lecturas del mito gitano y del Romancero: la histórico-social y local (centrada en la expresión de la situación del pueblo gitano) y la existencial, universal (el pueblo gitano representa al hombre, al destino trágico del ser humano en general).

4.-LOS SÍMBOLOS

Muchos elementos de este poema tienen un claro valor simbólico. Y casi todos sirven para expresar la dualidad del anuncio que San Gabriel hace a Anunciación, por una parte positivo (el comienzo de una nueva vida), por otra negativo (esa vida está marcada por un destino trágico de dolor y muerte). Así, los pasos del arcángel "rompen las dalias del aire" (imagen positiva) "con lutos celestiales" (imagen negativa: el anuncio “celestial” del ángel encierra "lutos," por ese anuncio de dolor y muerte; "lutos celestiales" tienen también el valor de "decididos por el cielo", predestinados, inevitables, cósmicos). 

El "bien lunada y mal vestida" con que se nos describe a Anunciación, también tiene un valor simbólico que conjuga lo negativo ("mal vestida", símbolo de su condición humilde) y el "bien lunada", en principio positivo, aunque sabiendo que la luna como símbolo lorquiano apunta siempre a la muerte y la tragedia, en realidad, y a pesar del adverbio "bien", se  convierte en un presagio funesto. 

"Giralda" y "guitarras" son símbolos de lo andaluz y gitano (y la música de la guitarra es símbolo de la alegría gitana por la llegada del arcángel con sus noticias), pero se combinan con presagio funesto los ”grillos ocultos”  que palpitan en bajo el chaleco bordado del arcángel: el mensaje trágico escondido en su en principio luminosa anunciación.

Las estrellas también tienen un claro valor simbólico: aparecen muy frecuentemente en Lorca con valor de predestinación, de presagio Aquí primero "se vuelven campanillas" (v.38), símbolo positivo, de ilusión, la ilusión  gitana por la vida, que representa Anunciación ante la noticia que trae el arcángel. Pero al final del poema "se vuelven siemprevivas"  (v 70): flor muerta, símbolo de la muerte, tras el anuncio de dolor y muerte que ha dejado  San Gabriel antes de subir al cielo, y que se contraponen también al resto de las flores que han aparecido antes en el romance (las "campanillas", pero también las "dalias" del aire o los "jazmines" con que ilumina el rostro de la gitana la presencia del ángel,  o las "clavellinas" en que desearía que se sentara a modo de trono como gratitud por su buena nueva). "Azucena" y "sonrisa" son símbolos, respectivamente" de la pureza o la inocencia y la alegría que trae en principio la visita del ángel (de hecho, la azucena es un símbolo de pureza presente en la narración bíblica de la Anunciación), mientras que la "palomilla" (de las que el arcángel es "domador", en una imagen juguetona, un guiño de resonancias infantiles) es el símbolo del Espíritu Santo, que según la tradición cristiana es el que hace concebir a María.

Pero el símbolo funesto más claro del poema, el símbolo del destino trágico que en realidad viene a anunciar el ángel, se repite varias veces con diferentes formas: los "tres clavos" (en principio de alegría) que siente Anunciación, las "tres heridas" que el ángel anuncia que llevará el niño junto al "lunar" de su pecho (símbolo también del destino trágico, por esa referencia paronomástica a la luna), las "tres balas de almendra verde" que tiemblan en su vocecilla: son símbolos cristológicos que aluden a las tres heridas de Cristo en la cruz, provocadas por los tres clavos. El sentido de dolor y muerte de “clavos”, “heridas” y “balas” es evidente, simbolismo subrayado además por la referencia a las “almendras verde” (el verde en Lorca es siempre símbolo de la frustración, del final trágico de las pasiones - simbolizadas aquí por la almendra y su dulzura- , muy frecuentemente asociado a la muerte) 

La "escala" que aparece al final (otro símbolo bíblico: la escala de Jacob, por la que los ángeles subían y bajaban del cielo) es símbolo de ese contacto con una realidad más elevada, la cósmica, la existencial, que es el origen de ese destino trágico inevitable que anuncia a el ángel.

Otros símbolos importantes del poema son la "nocturna manzana" (la manzana, símbolo del deseo, forma parte de esa descripción con un componente de belleza y erotismo del arcángel), la "cara encendida" de Anunciación (símbolo de pasión, de ilusión, de los deseos) o los caballistas que llenan los ojos de Anunciación tras saber que ha concebido un hijo: ella será madre y origen de cien dinastías de gitanos caballistas, jinetes, símbolo de la dualidad instinto-razón, primitivismo-civilización que representa el pueblo gitano mitificado en el Romancero

Todos estos símbolos, en este caso muchos de ellos cristológicos o cristianos (el propio arcángel, la azucena, la palomilla, las tres heridas, la escala de Jacob) pero también los paganos (la luna, las flores, las estrellas....) logran la “·desrealización” del poema, su alejamiento del reflejo de una realidad concreta, consiguiendo así la mitificación del mundo gitano y de la propia anécdota que cuenta el poema, que se convierten  en mitos, es decir, en una narración y unos personajes también con valor simbólico, que en este caso representan el destino trágico del pueblo gitano (y del hombre en general, en una interpretación existencial y universalista del libro).

5.- LAS TÉCNICAS NARRATIVAS Y EL ESTILO

Como en la mayoría de los poemas del Romancero Gitano, aquí encontramos un narrador en 3ª persona, pero que en algún momento dialoga con uno de los personajes (v 33-34) y que sigue un orden lineal o cronológico al contar los hechos. 

En el poema alternan los pasajes narrativos (en los que se incluye la descripción del arcángel, con una fuerte carga simbólica) y el diálogo entre el arcángel y Anunciación (versos 39- 62), en el que no hay verba dicendi (como es habitual en el resto del poemario): las palabras de los personajes se presentan abruptamente, recurso que Lorca toma del Romancero Viejo tradicional que, al ser oral, contaba con la ”interpretación” del recitador.  Todo esto le da cierto carácter dramático (en el sentido de teatral) al poema, que se ve también reforzado por su división externa en diferentes partes (marcadas con I, II y asterisco) que funcionan casi como “escenas” teatrales o planos cinematográficos.

En el poema también emplea sorprendentes metáforas, uno de los recurso fundamentales del Romancero gitano, que contribuyen además a la “desrealizacion”, a alejar al poema de la realidad y su representación directa,  y lo convierten casi en una realidad autónoma, propia (que es algo que Lorca toma de Vanguardias como el Creacionismo o el Ultraísmo, pero también de la poesía de Góngora, que tenía ya en las metáforas sorprendentes uno de sus recursos fundamentales). Por ejemplo, metáforas de este tipo aparecen en la descripción del arcángel ("niño de junco", "piel de nocturna manzana", "nervio de plata caliente" -por la energía, el vigor del ángel-, sus pasos como “dos ritmos que cantan lutos celestiales” (que constituye al mismo tiempo una personificación) y “·rompen las dalias del aire”. 

En esta descripción utiliza también comparaciones por negación, para ensalzar la belleza del ángel (vv11-14), que se enfatiza además con una personificación de la noche en una metáfora antropomórfica (la noche "querría arrodillarse" ante la belleza del ángel cuando inclina la cabeza). Al arcángel se le describe también con metáforas como “domador de palomillas” (en alusión al mito bíblico del Espíritu Santo) y "enemigo de los sauces" (por lo erguido de su porte, frente a los sauces, que cuyas hojas están completamente encorvadas y arrastradas). También es recurrente la metáfora del ángel como “lucero” (brillante, pero también con la connotación que las estrellas tienen, culturalmente y en Lorca, de portadoras del destino, de predestinación) y se le atribuyen imágenes lumínicas, de resplandor ("reluces", "tu fulgor"). Otras metáforas audaces y significativas son, por ejemplo, los "jazmines" que el fulgor del ángel abre en la cara de la gitana. El niño se describe con otra comparación  también sorprendente ("más bello que los tallos de la brisa")

Estos recursos desrealizadores, vanguardistas  y cultos se combinan con otros tomados del Romancero Viejo o tradicional, que tienen raíz y acento popular, empezando por el uso de la forma métrica del romance (los versos octosílabos con rima asonante en los pares, de ritmo reconocible y característico, y ya asociada desde la Edad Media a la poesía narrativa) También, ese uso de diálogos abruptos sin verbo introductor o la alternancia en el uso de los tiempos verbales, que pasan del presente ("se acerca", "suenan", "abre", "canta", "palpita") al pasado ("se acercaba", "subía", "se volvieron"). Además son propios del Romancero el uso de apóstrofes ("San Gabriel", "Anunciación", "morena de maravilla", "San Gabriel que reluces", "Gabrielillo de mi vida"), las exclamaciones enfáticas y afectivas ("¡Ay San Gabriel de mis ojos!", "¡Gabrielillo de mi vida!", "¡Ay San Gabriel que reluces!"), el uso del “ya” a principio de verso con valor incoativo (v 67) y todos los recursos basados en la repetición (reiteraciones como "bien lunada y mal vestida", "Dios te salve Anunciación"; "las estrellas de la noche se volvieron", "Gabrielillo de mi vida"; o paralelismos como "ni emperador coronado, ni lucero caminante").

También está tomado de la lengua popular, aunque en este caso no estríctamente poética, el uso de palabras y expresiones coloquiales (que se entremezclan con lo culto y elaborado de las imágenes y las referencias culturalistas), por ejemplo, diminutivos como "Gabrielillo", "palomillas", "vocecita", o frases hechas como "San Gabriel de mis ojos", "Gabrielillo de mi vida",  "morena de maravilla" , 

 Por tanto, como otros poetas de la Generación del 27, especialmente los vinculados al Neopopularismo (Rafael Alberti o Gerardo Diego,), Lorca mezcla en su Romancero Gitano elementos temáticos y estilísticos vanguardistas y cultos (por ejemplo, esas metáforas desrealizadoras y sorprendentes) con otros tradicionales y populares, como la cultura gitana y cristiana, o el uso de recursos tradicionales que estaban ya en el Romancero medieval. Pero Lorca hace todo esto con una maestría, una naturalidad, una habilidad y una riqueza expresiva absolutamente deslumbrantes y sin parangón en toda la historia de nuestras letras.

                                                                                                      

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